El regreso a la “nueva realidad” espanta a todos. El día que las autoridades sanitarias nos digan que podemos regresar a nuestras actividades cotidianas, estaremos frente a un gran dilema: morirnos de hambre en la casa o morir contagiados de Covid-19 en la calle.

 

Por un lado urge reactivar la economía nacional, y producir algo de dinero para subsistir junto con nuestras familias, pero ¿será seguro subirme al Metro, a la combi, o al taxi? ¿Podremos ir al gimnasio, a comer algo en un restaurante, y con convivir en una fábrica u oficina sin el riesgo de contraer el mortal virus?

 

¿Podré viajar en avión, debo mandar a mis hijos a la guardería o a la escuela primaria, con la tranquilidad de que el microscópico “bicho” no hará de las suyas, hasta quitarnos la vida?

 

¿Podrán ir los novios al cine, e ir a la peluquería será seguro? Y si me urge visitar al médico, ¿qué debo hacer si su consultorio está en un hospital? Siempre he escuchado que los nosocomios son fuente de contagio, y no tengo dinero para comprar un traje de astronauta para salir a la calle, con una especie de burbuja protectora.

 

Y claro, todos nos preguntamos, ¿qué onda con mi familiar diabético, los adultos mayores, y si irán al matadero los que padecen obesidad mórbida?

 

Estas preguntas, junto con miles de interrogantes más, no son exclusivas de los mexicanos, son dudas de prácticamente toda la población mundial. El miedo pues, nos ha paralizado a todos.

 

El problema más grave aquí, es que 20 gobernadores rechazaron la propuesta del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador de retomar las actividades a partir del 1 de junio.

 

El gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme (en la reunión virtual con los secretarios de Gobernación, Salud, Relaciones Exteriores, el subsecretario Hugo López-Gatell, y los titulares del IMSS, ISSSTE e Insabi) dijo que las autoridades federales mandan señales encontradas, que confunden a los ciudadanos.

 

El gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, de plano dijo que él sigue en semáforo rojo, y que sería imposible abrir, según sus especialistas médicos; y el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, alertó de un crecimiento exponencial en su entidad, por lo cual sería terrible reiniciar actividades ya.

 

Esa reunión se llevó a cabo, en el día de mayor contagio y muertes, según cifras oficiales, y mientras los especialistas nos aseguraban que 15 millones de mexicanos clasemedieros, se irán a la clase baja; el PIB decrecerá 9% y 1.5 millones de personas se quedarán sin empleo, otros ya vieron disminuidos sus sueldos, y miles de empresarios ya vieron perdido su negocio, construido con tanto esfuerzo.

 

Que sí hay condiciones para regresar, que no las hay; que urge abrir de nuevo la máquina económica, que primero es la salud; que el virus llegó para quedarse y debemos aprender a vivir con él, que no relajemos el confinamiento; que nos “desapendejemos” y nos pongamos las pilas, que te sigas quedando en casa, te laves las manos 20 veces al día y uses tapabocas. Así son las señales encontradas en medio de tanta información, mensajes de WhatsApp y comunicaciones fake.

 

Estamos muy lejos de controlar la primera ola de la epidemia, y lo peor es que nuestros políticos no están a la altura del problema. Serán recordados como líderes improvisados, y mandatarios irresponsables, que se contradecían y que no supieron ofrecer apoyos suficientes a sus gobernados. Y claro rebasados, ya están pensando en el 2021, donde por cierto serán reprobados en las urnas.

 

Qué tragedia caro lector, que cuando usted esté frente a estas líneas, nuestros “líderes” seguirán peleando entre el semáforo único y los semáforos estatales.

 

Suerte, eso es lo que le deseo, entre la letalidad del virus, la recesión económica, el aumento de la violencia, y unos políticos bastante chafitas.

 

*Periodista, editor y radiodifusor

@GustavoRenteria

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