Foto: Twitter @noticiasxlatard Quedarnos en casa ha significado incrementar por lo menos 6 horas diarias de convivencia entre padres e hijos y podría parecer chiste, pero está resultando complicado  

Maestro Sergio Enríquez Ponce

 

Enfrentar una pandemia de la magnitud que estamos viviendo, para nadie ha sido fácil. Hemos tenido que modificar hábitos, transformar rutinas, reorganizar actividades, en fin, cambiar drásticamente nuestro estilo de vida. Para enfrentar estas radicales variaciones lo más recomendable es adoptar la mejor actitud: “Al mal tiempo, buena cara”.

Quedarnos en casa ha significado incrementar por lo menos 6 horas diarias de convivencia entre padres e hijos y podría parecer chiste, pero está resultando complicado. Muchos padres de familia están descubriendo lo compleja que puede resultar la actitud de sus hijos en materia de aprendizaje. Esa actitud que, en condiciones de normalidad, tienen que sortear los maestros cada día en las aulas, pero multiplicada por 40. “Es imposible tenerlos sentados 4 horas”; “Son demasiadas las actividades que les envían”; “Parecen actividades para los papás”; “Se aburre”; “Se queda dormida”; “No se está en paz”; “Yo no tengo paciencia”; “No es la misma porque están en la casa”; “En la escuela es diferente” son solo algunas de las frases que se escucharon durante el regreso a clases a distancia a través de “Aprende en Casa” Padres y madres se han dado cuenta que mantener a las niñas, niños y adolescentes sentados durante la mañana, poniendo atención a las explicaciones, aprendiendo sin distracciones y con la obligación y presión de cumplir con el programa educativo a cabalidad, es una labor titánica.

Y es precisamente por ello que se ha insistido en la importancia de entender a la educación como un trabajo en equipo, en el que cada engranaje debe hacer su función correctamente, para que la maquinaria marche adecuadamente, más aún si el objetivo que ha planteado la Nueva Escuela Mexicana es el de educar también la mente y el corazón, como ha dicho el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma.

Es cierto que para los padres es difícil asumir un papel que nunca habíamos tomado y para el cual no nos preparamos (ahora valoramos mucho la preparación de los maestros). También lo es para los docentes que se han tenido que capacitar sobre la marcha en herramientas virtuales que no conocían y a partir de ahí elaborar sus clases,
realizar la planeación con la nueva modalidad a marchas forzadas y dando cumplimiento al plan de estudios porque además hay que completar el programa escolar. Ni qué decir para las y los estudiantes que están en medio de padres y docentes, pero que son indiscutiblemente los más afectados.

Y finalmente, hay que comprender que “Aprende en Casa” salió como una de las grandes ideas que surgen de las crisis, que se puso en marcha sin tiempo de preparación a fondo, de organización minuciosa o de producción detallada, pero que en todo momento  contempló la diversidad de los grupos sociales de nuestro país, sus alcances y sus accesos; que fue pensado para llegar en diferentes modalidades al 100% de alumnas y alumnos, pero que desde su origen fue concebido con la necesidad de que todos los involucrados en la educación, asumieran un compromiso firme y extraordinario, al nivel de las circunstancias. Ahora, cuando las condiciones que vivimos son distintas, cuando la presencia del estudiante es con los padres y los docentes están a la distancia, es cuando seguramente muchos habremos de entender la importancia de ese equipo y de la empatía hacia la labor del otro engranaje.

En este momento de emergencia sanitaria, cuando, hablando de Educación, lo que a todos nos importa es que no se pierda el ciclo escolar y que a pesar de los pesares niñas, niños y adolescentes salgan bien librados de la adversidad y fortalecidos para continuar cuando todo haya pasado y con lo que conocíamos como normalidad, es justo cuando debemos entender que para lograrlo, todas las áreas implicadas en la educación tenemos que hacer un esfuerzo extra, mayúsculo e inédito por el bien de la infancia y la juventud mexicanas.