La crisis del mercado petrolero no tiene precedentes. Nunca antes en la historia un productor de hidrocarburos había tenido que pagar para que alguien aceptara recibir su producto. Y esto es consecuencia de que ya no hay espacio dónde almacenar el crudo y nadie en estos momentos quiere ese energético.

 

El movimiento de ayer del referente de los Estados Unidos, el West Texas Intermediate (WTI), con una caída en su cotización a -38 dólares por barril en el mercado spot, anticipa que los precios del petróleo en los futuros se mantendrán en niveles muy bajos, porque la pandemia obligó a una parálisis en la que el mundo dejó de consumir energéticos.

 

El recorte que llevaron a cabo los países productores de ese grupo llamado OPEP+ de casi 10 millones de barriles, sí, en ese dónde México quedó muy mal parado por su corta visión dogmática del mercado del petróleo, no habrá de servir en el corto plazo para remediar la caída.

 

Será la falta de consumo lo que habrá de regular el mercado petrolero. Si de facto se retiran otros diez millones de barriles de la oferta petrolera, será porque muchas empresas habrán quebrado y otras tantas habrán tenido que disminuir su producción con enormes costos operativos y financieros por ello.

 

Pero es algo que hoy la gran mayoría de las petroleras del mundo ya están implementando. Recortes en sus tamaños, baja en sus gastos, focalización en los negocios más rentables y una política de supervivencia para superar estos inéditos tiempos de una crisis cuádruple: la de salud, la económica, la energética y la política.

 

Pero no todos están en ello. Petróleos Mexicanos, bajo la conducción de un agrónomo, está hoy mismo tratando de cumplir con el sueño de un político: volver a ser la gloria del crecimiento nacional de hace 60 años.

 

La ausencia de sentido común hace que hoy Pemex, la empresa petrolera más endeudada del mundo, gaste los recursos públicos de un país amenazado con la degradación crediticia, en construir una refinería que será totalmente inútil.

 

Pemex debería estar como el resto del mundo petrolero ejecutando planes de supervivencia para estos tiempos de una crisis nunca antes vista. Pero no, Petróleos Mexicanos está en la Cuarta Transformación.

El Gobierno federal traspasa recursos fiscales a la petrolera, pero lo hace por las causas incorrectas.

 

Si el derrumbe en el mercado petrolero que ayer sufrió el mundo no hace que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ponga un alto inmediato en el camino de lo que están siguiendo con Petróleos Mexicano, vamos camino a un precipicio económico de profundidad desconocida.

 

Si ver que en los mercados financieros un barril de petróleo ya no tiene valor y que hay que pagar para que se lo lleven, sin que eso mueva la conciencia para cancelar hoy mismo la refinería de Dos Bocas, este es el camino de la debacle.

 

Pemex tiene que achicarse y dedicarse al negocio de extracción de petróleo. Buscar inversionistas que quieran hacer negocio. Pero para ello hace falta una enorme responsabilidad hoy ausente en la 4T.

 

                                                                                                                                     @campossuarez