La semana anterior fue agitada en el tema petrolero. Desde el pasado jueves, la Organización de Países Exportadores de Petróleo y aliados (OPEP+) llevaron a cabo una reunión virtual para establecer un acuerdo que limitara la producción de crudo, lo que permitiría un incremento en los precios. Hay que recordar que, a raíz de una disputa entre Arabia Saudita y Rusia por el recorte a la producción, los precios cayeron de 65.11 dólares en enero, hasta 16.87 en los primeros días de abril.

 

Mientras nos enterábamos a través de las redes sociales de lo que sucedía en la reunión del jueves, la crónica periodística no había sido nada favorable con respecto al desempeño de la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Incluso, se detalló que abandonó la reunión por la negativa de aceptar un recorte a la producción de petróleo de 100 mil barriles como ofrecía la secretaria. Al principio no fue favorable la opinión en redes para la secretaria, pero después se fueron dando a conocer detalles en donde era claro que era una posición estratégica muy interesante por parte del gobierno de México.

 

El problema de la reducción de la cantidad de producción de barriles diarios era una diferencia de 300 mil barriles. Los países productores pedían una reducción de 400 mil barriles, algo que la posición mexicana se negaba a aceptar. Sin embargo, hay que entender que la relación con los países petroleros es asimétrica, ya que México tiene una participación pequeña en el mercado mundial de petróleo en comparación con Arabia Saudita, Rusia y los Estados Unidos.

 

El trasfondo de la disputa era también de mayor fondo. El país ha sufrido por incrementar la producción del petróleo, le ha costado mucho trabajo y no era sencillo que se otorgara un recorte como el que pedían. Además, el presidente López Obrador es un nacionalista energético y que nació en un estado petrolero. Desde el inicio de su gobierno estableció que su plan era invertir en Pemex e incrementar su producción en los primeros 3 años de su mandato, para que se financiara el desarrollo del país en la segunda mitad de su gobierno.

 

De este modo, la idea es volver a convertir a Pemex en una palanca del desarrollo nacional, por lo que un recorte importante y prolongado lo evitaría. Además, se debate la idea de la autosuficiencia energética, para que el país no dependa tanto de la importación de combustible. Aquí no hay mucha discusión, el presidente es persistente y lo que dice, lo cumple.

 

Al final, los países integrantes de la OPEP llegaron a un acuerdo para recortar la producción en 9.7 millones de barriles diarios, y la propuesta de México fue aceptada, por lo que recortará su producción en 100 mil barriles. Esto fue aceptado toda vez que Donald Trump ofreció ayuda al país para cumplir con el recorte y accedió a reducir en 250 mil su producción, con la condición de un reembolso en una fecha posterior.

 

De entrada, parece que México jugo bien sus cartas y consiguió lo que se propuso —un recorte de 100 mil barriles—, pero a este tema todavía le faltan páginas por escribir, porque se desconocen los detalles entre los mandatarios de México y Estados Unidos. Mucho se ha dicho que hay un interés en el fondo de Donald Trump, aunque tampoco hay que descartar que al presidente norteamericano también le convenía un arreglo rápido para estabilizar los precios, de cara a las próximas elecciones en noviembre próximo. Esto aún no ha terminado por lo que continuaremos analizándolo.

 

 

 

* Arturo Ávila Anaya, presidente IBN/B Analitycs y experto en Seguridad Nacional por Harvard (NIS).
@ArturoAvila_mx