Planear es traer el futuro al presente para poder hacer algo por el ahora
Alan Lakein

Siempre hay algo de nuestro presente que deseamos mejorar. Si a pesar de ello tenemos estabilidad emocional, relaciones satisfactorias y objetivos de vida, estamos en el camino correcto a la autorrealización, que es el verdadero éxito en la vida.

Esta idea parece muy simple cuando se plantea, pero la verdad es que pocas veces vivimos satisfechos con nosotros mismos. De ahí los persistentes pensamientos de “seré feliz cuando…”, “me sentiré seguro cuando…”, “estaré tranquilo hasta que…”, y agréguele usted condicionantes del bienestar emocional a esta lista.

Este tipo de esquemas mentales nos arruinan el momento presente. Ponen en suspenso nuestra satisfacción y gratitud con lo que tenemos, en aras de lo que nos falta, que generalmente son “sueños guajiros”, no por imposibles, sino porque evidentemente no estamos haciendo nada por cumplirlos, de lo contrario tendríamos la convicción y la certeza de que serán un hecho, y por tanto nuestro bienestar presente no tendría por qué estar “en vilo”.

Y bueno, para llegar a tal convicción (fuerte adhesión a nuestra meta) y tal certeza (convencimiento firme de su realización), de manera que vivamos nuestro presente con tranquilidad, paz y la seguridad de que todo aquello que nos proponemos se materializa en el momento preciso, necesitamos mucho más que decretos metafísicos y entusiasmo de vendedor multinivel. Hay que ser prácticos. Tenemos que ser los líderes y administradores de nuestra vida.

Empiezo por la diferencia entre ambos: el líder decide qué, el administrador determina cómo. Ambos se necesitan uno al otro para alcanzar metas. Decía Stephen Covey, autor de uno de los bestsellers más vendidos en la historia: Los siete hábitos de las personas altamente efectivas, que: “El liderazgo efectivo es poner primero lo primero. La gestión eficaz es la disciplina llevada a cabo”, y que: “La administración es la eficiencia en escalar la ladera del éxito; el liderazgo determina si la ladera está apoyada en la pared correcta”.

Y, por favor, no se autoboicotee usted, pensando: “no tengo cualidades de líder ni de administrador”. Todos las tenemos, y todos estamos obligados a desarrollarlas, a adquirir las habilidades necesarias, si es que queremos tener una vida plenamente satisfactoria y en constante mejoría.

Los expertos en estos temas consideran que el liderazgo se forma en 4 etapas, y lo mismo podríamos decir de la capacidad de administración: la primera a nivel personal o interior, pues antes de pretender guiar y coordinar las actividades de otros debemos hacerlo con las propias. Para ello tenemos que conocernos ampliamente, con nuestros defectos y virtudes, para compensarlos y poder hacer lo mismo con los de los demás. La segunda es “uno a uno”, en relación de confianza con otro; la tercera es la de equipo y la cuarta la de la organización.

Para comenzar con su propia vida, debe saber los roles y las funciones que adoptarán su líder y su administrador. Vea y se convencerá de que ya lo hace y lo puede mejorar:

Su líder va a mostrar una visión de futuro, una dirección, mientras que su administrador planeará, es decir, establecerá los pasos detallados, los tiempos para ver resultados y los recursos necesarios para ello.

Su líder lo estimulará, lo desafiará con entusiasmo al logro, en tanto su administrador lo procurará de lo que necesita y le marcará la disciplina que se requiere.

Su líder lo mantendrá motivado para vencer obstáculos y resolver inconvenientes; su administrador supervisará los logros y aprenderá de los errores.

Su líder se adaptará, cambiará, innovará, y su administrador correrá riesgos para abrir nuevas vías de acción.
Su líder siempre dará el ejemplo; su administrador los resultados.

Sea su propio líder y administrador. No necesitará entonces que nadie le diga qué y cómo. Eso es lo que en realidad nos da la seguridad que todos buscamos, aun en un entorno incierto y hasta caótico.

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