Hace un año por estas fechas los expertos en economía que se atrevían a bajar sus pronósticos de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) por debajo del 2% eran descalificados, etiquetados como analistas de mala fe al servicio de la mafia del poder.


Fue por esos días que el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en una de sus mañaneras, que a diferencia de lo que pensaban esos analistas, él tenía otros datos y que la economía mexicana iba a sorprender con un crecimiento de al menos 2% el año pasado.


Cada mes puntualmente bajaban más las estimaciones del comportamiento del PIB. Los principales indicadores de la economía mexicana se deterioraban, desde la actividad industrial, la inversión fija bruta o el consumo.
Solo la confianza del consumidor marcaba máximos históricos a principios de año, porque reflejaban la fe en esos, los otros datos a los que hacía referencia el Presidente.


Así, de cifras cercanas al 2% esperado a principios de 2019, al final los estimados rondaron el cero por ciento de crecimiento. Cifra que habrá de contrastarse contra el dato oficial que el Inegi dará a conocer dentro de dos semanas.
Para este año, el punto de partida del gobierno federal es, otra vez, una expectativa de crecer al 2%. Un optimismo que no comparte nadie y que sí pone en peligro las metas de recaudación fiscal, porque están calculadas con ese grado de esperanza.


El motor más esperado por el gobierno federal para que se enciendan los motores del crecimiento económico está en la fase final de aprobación legislativa en los Estados Unidos.


Pero el acuerdo comercial renovado entre México, Estados Unidos y Canadá tardará en entrar en vigor, a pesar de su aprobación en el Senado, y siempre tendrá presente como riesgo permanente esa combinación terrible que se da entre Donald Trump, su campaña electoral y su cuenta de Twitter.


No hay duda que el T-MEC, como llamamos a ese acuerdo, contribuye a la certidumbre, pero tampoco es plena garantía de que el gobierno de La Casa Blanca no quiera jugar electoralmente con la relación comercial norteamericana.
No se ve por ningún otro lado algún mecanismo, plan de gobierno, o cambio de estrategia que adelante un cambio de suerte para la economía mexicana.
Siguen los mismos proyectos cuestionados, las mismas estrategias fallidas, los mismos niveles de desconfianza de los que invierten y por lo tanto los mismos bajos niveles de inversión.


El Bank of America Merrill Lynch es el primero de los grupos financieros importantes que rompe el 1% de estimación de crecimiento de la economía en este 2020, con su expectativa de una expansión del PIB de 0.9%.
Hace un año, la revisión de las estimaciones de este mismo grupo financiero fue lo que desató la ira presidencial que lo llevó a acuñar la frase de los otros datos.
Por lo pronto, están de vuelta esas revisiones a la baja del comportamiento de la economía mexicana.

                                                                                                               @campossuarez