Los efectos de la fallida guerra contra las drogas, los altos niveles de impunidad que han imperado en México desde hace décadas, la incapacidad de administraciones pasadas para asegurar la prevalencia del Estado de derecho y una larga lista que se puede extender casi indefinidamente son algunas de las causas de la violencia que azota al país. Sin embargo, entre los ya conocidos culpables destaca la facilidad con la cual los grupos criminales se han podido armar para poder combatir de manera frontal en contra de nuestros cuerpos de seguridad. 

 

Desde 2004, tras la expiración de la ley que prohibía la producción de armas de asalto en Estados Unidos (Federal Assault Weapons Ban), miles de armas de alto calibre han llegado a nuestro país de manera ilegal, cayendo en manos criminales. El flujo ilegal de armas de fuego a México, provenientes de la Unión Americana ha facilitado el reforzamiento de las capacidades criminales de grupos del narcotráfico, poniendo de manifiesto la nocividad que las laxas políticas de control de armas estadounidenses tienen para el país, pero también los daños generados por la corrupción y la falta de un control eficiente en los puntos aduanales. 

 

Existen estudios que señalan una fuerte correlación entre los cambios en las políticas de control de armas en el vecino país del norte y el incremento de la oferta de armas en México, así como una clara asociación entre la disponibilidad de armas de fuego y el aumento del número de homicidios en nuestro país, el cual no se caracteriza por tener una sociedad propensa a adquirir armamento. Es por ello que tenemos que seguir trabajando tanto a nivel local como en los términos de nuestra relación con Estados Unidos de América. 

 

En lo local, tenemos que permanecer alertas para reconstruir nuestra seguridad fronteriza, evitando que las armas provenientes del norte ingresen a nuestro país. Igualmente, debemos apoyar a nuestros cuerpos de seguridad pública que actualmente arriesgan su vida para salvaguardar la integridad de la sociedad al hacerle frente a grupos criminales que durante años han logrado construir una infraestructura sumamente letal. 

 

Al mismo tiempo, a través del diálogo, es necesario exigir que el país vecino ejerza mayores controles respecto a la adquisición de armas de fuego. Entre las naciones, especialmente entre las vecinas, debe existir un ánimo de cooperación y entendimiento. México ha hecho lo que le corresponde en otras materias, como la migratoria, es momento de que Estados Unidos haga lo propio en un asunto tan delicado como lo es la producción, distribución y tráfico de armas de fuego. 

 

No es cosa menor. Durante los episodios más violentos que hemos enfrentado en este año, la presencia de armas y municiones originarias de Estados Unidos de América ha quedado en evidencia. Lograr un mejor control es responsabilidad de ambos países y constituye uno de los pilares fundamentales para conseguir la pacificación de nuestro país.

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