La Divisa del Poder

Adrián Trejo

El amago de Donald Trump de declarar a los cárteles mexicanos como grupos terroristas obligará al Gobierno mexicano a cambiar su fracasada política de “abrazos, no balazos”.

Tal como ocurrió con la política migratoria de la 4T cuando Trump amenazó a México con la imposición de aranceles progresivos a las exportaciones nacionales, López Obrador tendrá que dar un viraje a su estrategia de seguridad.

Antes incluso de tomar el poder formalmente, y luego de que Enrique Peña renunció a sus obligaciones como presidente, dejó que López Obrador fijará la agenda migratoria.

Ésta consistió en paso libre a quien quisiera llegar a la frontera norte, trabajo, asistencia médica y vivienda para los que se quisieran quedar en el país.

Hasta que el Presidente de Estados Unidos dio un manotazo en el escritorio y el Gobierno de la 4T tuvo que cambiar radicalmente esa política.

De puertas abiertas a estaciones migratorias abarrotadas, en el más amplio sentido de la palabra.

Toca el turno a la estrategia de seguridad.

Todos nos hemos indignado por el trato que los delincuentes y grupos numerosos de personas al servicio de los cárteles dan lo mismo a militares que a policías federales y estatales.

Eso de que“no es tarea del Gobierno”perseguir a los líderes de los cárteles cambiará, lo puede apostar.

También deberá superarse la falsa premisa de que la violencia no se combate con violencia, cuando los saldos de muertos, extorsionados y desaparecidos en este 2019 será el más alto desde los últimos 20 años en los que formalmente se comenzaron a levantar las estadísticas.

El fuchi, guácala de Trump a la estrategia lopezobradorista de seguridad traerá un cambio, se quiera o no.

Ahora habrá que esperar que Marcelo Ebrard, el canciller que negoció el tema de los aranceles y el cambio en la política migratoria, se reúna con Mike Pompeo para ver cuánto tiempo nos llevará suprimir la estrategia del chanclazo.

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Alejandro Solalinde se convirtió en el capellán oficial del Palacio Nacional.

Ayer perdió el respeto de muchos quienes lo consideraron un luchador social, para convertirse en vocero oficioso del Gobierno.

Solalinde, famoso por “acompañar” a las caravanas de migrantes centroamericanos, exigió a la familia LeBaron decidir “si están a favor del Gobierno de México o de Estados Unidos”, solo porque un familiar de esta familia envió una petición vía correo electrónico a la Casa Blanca pidiendo declarar terrorista al cártel que asesinó a sus consanguíneos.

Lo menos que le dijeron en las redes sociales fue “mezquino”, pues su declaración dio a entender que Trump hará la declaración de terroristas a los narcos mexicanos cuando esto es absolutamente falso.

El mismo Trump reconoció que lleva tres meses analizando el tema y la carta de los LeBaron fue enviada el domingo pasado.

Lo que descubrieron las redes fue también el ejército de bots que crucificaron a los LeBaron con el hashtag #Lebarontraidores a la patria solo por el hecho de pedir justicia.

Así andamos.

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Pues así como que mucha fiesta no hubo por el anuncio de que los empresarios mexicanos invertirán 43,000 millones de dólares en obras de infraestructura.

Uno de los pocos legisladores que vio con optimismo el plan fue el potosino Ricardo Gallardo, quien aseguró que dicho programa “es una muestra de la confianza de los empresarios en el proyecto económico del Gobierno de la República”.

El diputado pidió tiempo para ver los resultados pues, dijo, se está trabajando en el sentido correcto.

A ver.