Las autoridades del Gobierno de la Ciudad de México van muy adelantadas en sus investigaciones contra funcionarios de la administración del ex jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera. Y quizás uno de los más importantes es Julio César Serna sobre quien ya pesa una orden de aprehensión por presuntos desvíos y malos manejos durante el tiempo en que este hombre dirigió la central de Abastos de la ciudad.


Julio Serna es una de las personas de mayor confianza del senador Mancera, tanto en lo personal como incluso en lo familiar. Tras haberse obtenido la orden de aprehensión las autoridades capitalinas obtuvieron informes de que hace unas semanas abandonó el país, por lo que ya buscan obtener una ficha roja para que se le pueda localizar en otro país, Julio Serna es investigado por enriquecimiento ilícito.


En otros temas, le cuento que varias casas encuestadoras han dado cuenta que durante las últimas semanas la baja en la popularidad del Presidente López Obrador ha sido constante; indican que el enfrentamiento desatado en Culiacán y el asesinato de mujeres y niños en Sonora detonaron el descenso.


Cada gobierno ha tenido su momento de caída en el que los desafíos de la coyuntura o los errores de los gobernantes rompieron la luna de miel con la ciudadanía; para el presidente Peña Nieto fue La Casa Blanca y Ayotzinapa, casos tras los que su aceptación no pudo recuperarse.


Felipe Calderón no pudo reponerse a la Estela de Luz o a la muerte de trabajadores petroleros que atrapados en mandarinas inservibles se hundieron junto con la credibilidad de su gobierno; para Fox fueron episodios como “el comes y te vas” asestado desde el Mar Caribe, el “toallagate” y el desafuero.
En su mayoría, los gatillos para perder la popularidad se dispararon por corrupción o ineficiencia, pero pareciera que los más letales se relacionan con la inseguridad y la percepción que la ciudadanía tiene de la incapacidad del gobierno para contenerla.


Según un análisis realizado por el Instituto Belisario Domínguez (IBD) las personas afectadas por la inseguridad son las más insatisfechas con la democracia, lo que genera, entre otras consecuencias, apatía, reducción de la participación e incidencia en las preferencias ciudadanas.
“Algunos expertos hablan de un cambio de voto sin un sustento claro en cuanto a la responsabilidad de la situación de inseguridad y otros sobre el favorecimiento de las opciones más radicales, punitivas, aquellas que ofrecen soluciones rápidas, a outliers”, concluye la investigación.


El estudio subraya que la pérdida de confianza en la democracia o el gobierno, en mayor medida es consecuencia de la percepción de inseguridad, es decir, del temor que se siente a ser víctima de un delito.
“Es importante tener en cuenta que las víctimas de la inseguridad no solo son aquellos que han sufrido un delito, sino toda la sociedad en su conjunto: ciudadanos, empresarios, gobierno. La manera en que los ciudadanos perciben la inseguridad y el temor que en ellos genera los convierte en víctimas indirectas”, destaca el texto dado a conocer en octubre pasado.


Con estos datos, el gobierno actual debería empezar a preguntarse si los hechos ocurridos en Culiacán lograron despertar los temores ciudadanos (fundados o no) respecto a la incapacidad del Estado para garantizar lo indispensable: Su salvaguarda.