Desde el fin de semana pasado, en las redes sociales, sobre todo Twitter, corrió la versión de un posible ataque cibernético al sistema informático de Pemex.
El domingo al medio día, la oficina de Pemex en Tabasco emitió el boletín 51/2019 en el que informaba que se había detectado un “incidente’’ en el Centro de Computo SITE, ubicado en el Estado de México, “el cual consistió en la detección de un ransomware que ya está siendo atendido’’.
En el boletín se advertía que la situación era “de carácter nacional’’ y se informaba de los efectos del ataque al equipo de cómputo por lo que recomendaba “no encenderlos’’ durante todo el lunes.
En Twitter se informó ayer –no lo hizo la empresa del Estado, sino empleados-, que el ataque podría haber afectado el sistema de distribución de gasolina en todo el país por lo que podría presentarse desabasto en algunas regiones.
Dos temas del problema comprometen al director Octavio Romero y a la secretaria de Energía, Rocío Nahle.
El primero: se dice que el ataque cibernético fue posible porque Pemex no pagó las licencias de los productos que protegían el sistema informático de la empresa.
¿De verdad es posible que eso haya ocurrido? ¿Cómo puede ser posible que no se entienda la gravedad de los ataques informáticos a una empresa de ese tamaño y de esa importancia para la hacienda nacional?
Si efectivamente dicho ataque ocurrió por no haberse pagado los sistemas de seguridad cibernética, ¿no habrá sanciones para los responsables considerando el daño que se hizo a una empresa casi desahuciada?
La otra duda que surgió es si este supuesto ataque –Pemex no lo había confirmado al cierre de este espacio, aunque sí hubo declaraciones de Nahle negando desabasto de gasolina-, no es una estrategia para justificar los malos números de la empresa y, eventualmente un desabasto de combustibles atribuibles a decisiones corporativas y no a un ransomware.
En tiempos de la 4T y la honestidad valiente eso parecería imposible, pero siempre queda la duda.
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Tan dolidos quedaron en Morena por perder una votación fundamental para la Secretaría de Hacienda que ya tienen en la mira a la presidenta de la mesa directiva de San Lázaro, Laura Rojas.
Como saben, la semana pasada los diputados de Morena perdieron la votación de un artículo reservado por la diputada Lidia García, que permitía aplicar la Ley de Extinción de Dominio a las cuentas congeladas por la Unidad de Inteligencia Financiera.
La oposición se impuso en la votación por lo que dicho artículo fue rechazado.
Pero el líder de Morena, Mario Delgado, que tenía como tarea sacar a como diera lugar ese artículo, acusó a Rojas de no haber dado el tiempo necesario para que los diputados de su partido que habían ido al baño o a retocarse el maquillaje pudieran votar.
Rojas mantuvo la votación, pero dos días después anunció que por acuerdo de la Junta Directiva el artículo reservado volvería a ser votado.
La amenaza de Morena y sus rémoras, el PT, el PES y una parte del Verde, advierten que si Rojas no repone hoy el proceso, entonces iniciará el camino jurídico para su destitución.
A ver si los deja la oposición.
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El Senado tiene este día dos temas calientes: la toma de protesta de la muy cuestionada Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la eventual llegada a México del ex presidente boliviano Evo Morales en calidad asilado político.
Se va a poner bueno.