Esas palabras que insinúan una ruptura al orden legal, por la vía de un golpe de estado, que pueden tener un afán de reagrupar a los simpatizantes, acaban por resonar también en el ánimo de los que invierten.

Y menos cuando se dejan ir a través del Twitter el mismo fin de semana en el que el dictador venezolano, Nicolás Maduro, nombra al presidente Andrés Manuel López Obrador el líder del frente progresista hermano contra el neoliberalismo.

No parece haber el más mínimo entendimiento en la 4T que el principal lastre que tiene la economía mexicana es la falta de confianza que no generan desde el Gobierno, por sus dichos y sus decisiones, entre los agentes económicos. Hay que añadir el mal ejercicio del gasto público y cualquier factor externo que pueda tener impacto.

Después de que un gorila que tiene a su pueblo muerto de hambre como lo es Nicolás Maduro sale a apapachar al presidente mexicano, no hay duda que la conferencia mañanera de ayer debió usarse para poner distancia de por medio con este impresentable dictador sudamericano.

Pero no, el montaje matutino sirvió para lanzar otra cortina de humo en la que supuestamente un adolescente dirige un complot de bots para perpetrar ataques desde las redes sociales.

Al gobierno federal no le falta información sobre el fracaso de sus acciones. Le falta entender que sus enfoques populistas le están costando a México el cancelar su desarrollo.

Así, por ejemplo, el cien por ciento de los analistas que consulta el Banco de México de manera mensual, sobre su percepción del desempeño económico, llevan más de seis meses con la certeza de que la economía no está mejor que hace un año y tampoco hay uno solo que considere el actual un buen momento para invertir.

Antes de aceptar los apapachos del dictador Maduro, deberían atender que, entre los problemas de gobernanza, como la incertidumbre política interna o la falta de seguridad pública, más las condiciones de la economía interna, constituyen casi el 80% de los problemas que los expertos en economía ven como lastres para que México pueda crecer.

Vamos, hasta el hecho de que el PIB de nuestro país pudiera crecer 0.2% durante todo este 2019, requiere de algún tipo de milagro de despegue económico en estos dos meses que le quedan al año, y la verdad es que no se siente tal impulso.

Entonces, aceptar los guiños del dictador venezolano, Nicolás Maduro, cuando es el propio presidente el que se encarga de calentar innecesariamente el ambiente político y cuando la economía está estancada y con indicadores que claramente rayan en la recesión, es una pésima combinación para lo que puede venir hacia adelante para este país.

Es un hecho que hasta los más convencidos de la 4T deben tener dudas del modelo que se aplica en México, cuando las referencias son los resultados en Venezuela, Cuba o Bolivia.

Así que entre golpes de estado, Nicolás Maduro y estancamiento no hay espacio para el optimismo.