Apego a la realidad, sentido común, proximidad, liderazgo, carisma, son algunos de los valores sobre los que Javier Aguirre ha edificado la carrera más exitosa que cualquier director técnico mexicano jamás haya tenido. Tanto que no parece existir otro entrenador que rivalice siquiera con alguno de los años que el Vasco ha vivido, ya no decir con la capacidad para mantenerse en ese escaparate por casi dos décadas: una oportunidad dirigiendo a ese nivel ya sería meritoria; acumular tantas como Aguirre (pocos incluso españoles han entrenado tantas temporadas en ese país de 2002 a la fecha), es una hazaña.

A cinco años de haber dejado al Espanyol vuelve a la primera división ibérica sin que nadie pueda sorprenderse. Sorpresa sería que los clubes europeos voltearan a nuestro futbol buscando otro estratega, confiando en él, como a menudo lo hacen con Argentina. Si Javier no regresó antes fue mucho más por experimentar retos como el japonés o el egipcio, que por falta de ofertas, las cuales casi siempre ha recibido: tanto para iniciar campañas como en calidad de emergente.

Tipo ambicioso aunque a la vez realista, desde que se sentó en el banquillo del Atlético entre 2006 y 2009, asumió que su techo estaba dictado en esa liga. Real Madrid o Barcelona no iban a recurrir a él, así que en adelante debía decidir entre proyectos menores al colchonero o cambiar de camino. Eso le llevó de vuelta al Tri rumbo a Sudáfrica 2010 o a las aventuras en otros dos continentes.

De inicio me referí a su sentido común, a su sensatez, como piedras angulares de su gestión. En un universo cada vez más saturado de personajes alejados de la calle, que confunden sus apariciones con homilías y sus declaraciones ante medios con absurdos arrebatos de ego, Javier Aguirre sigue siendo un refresco. Cierta vez, en uno de los célebres programas españoles de radio tertulia, interrumpió un momento su respuesta por estar haciendo las compras de comida con su esposa. Algo tan normal para todos como exótico para esos futboles en el que sus protagonistas viven ajenos al mundo, lo mismo expone a cada conferencia. No colocar pretextos y admitir culpas, sin que eso necesariamente invite al colectivo a la relajación o conformidad.

Más allá de eso, si Aguirre continúa en ese nivel es por su capacidad. Por eso su valoración que no cesa, por eso su vigencia al cabo de cinco años fuera, por eso no es obstáculo la acusación de presunto amaño con el Zaragoza. En tan dilatada etapa en el exterior, iniciada ya en 2002, nada se le ha comprobado que no sea su predisposición para que sus equipos jueguen mejor de lo que lo hacían antes de su llegada.

Sin ser perfecto, sin negar ciertos errores y fracasos, porque venderse así sería contrario a la manera en que se percibe a sí mismo el único mexicano que ha saltado como DT a la élite mundial del balón.

Twitter/albertolati

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