Entre catrinas, transeúntes, manifestantes, curiosos, copal, sonidos de caracoles prehispánicos y hasta un perrito, el Presidente Andrés Manuel López Obrador salió de Palacio Nacional para encabezar el alzamiento de la megaofrenda Altar de Altares, ubicada en el Zócalo capitalino, con motivo del Día de Muertos.

 

Alrededor de las 9:32 horas, el mandatario salió por la Puerta Central del Palacio acompañado de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, y detrás de ellos la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y el coordinador de Comunicación Social, Jesús Ramírez.

 

El morenista pasó en medio de una valla de personas, cuya parte frontal la integraban algunas disfrazadas de catrinas o calacas; a lo largo de ésta se dispersaron elementos de la Policía Militar, la Policía capitalina e integrantes de la Ayudantía (equipo que cuida al Presidente).

 

Por cerca de 12 minutos, el mandatario repartió saludos, abrazos, selfies, fotos y un beso en la mano “huesuda” de una catrina, mientras un representante de Eureka gritaba en todo ese lapso “¡desaparecidos, presentación!”; una persona más le gritó: “Señor Presidente, Dios lo bendiga”.

 

En un tramo, turistas provenientes de Ecuador le gritaron para que se acercara a saludarlos, a lo que respondió con un “¡qué viva Quito!”, incluso topó un perrito disfrazado igual que su dueña catrina.

 

Al llegar a la entrada de la ofrenda, danzantes prehispánicos le hicieron una limpia con copal, a manera de bienvenida a la Gran México Tenochtitlan; besó la copa que se usó en el ritual.

 

La ofrenda fue montada por el artista Vladimir Maislin, y contó con cuatro puntos: el este nombrado festimonium sanctórum o día de todos los santos; sur, Hanal Pixán o la comida de las ánimas; oeste, Animecha Kejtzitakua o el día de las ánimas; y el punto norte, representando la cultura yaqui.

 

Al término del recorrido, el mandatario regresó hacia Palacio Nacional por la misma valla, pero ahora sí aceleró más el paso, pues logró llegar hasta la puerta en seis minutos.

 

“Inauguramos la ofrenda de muertos en el Zócalo, con Claudia Sheinbaum, una tradición que viene de lejos. El maestro Carlos Pellicer recordaba, en su poema «Discurso por las flores»:

“«El pueblo mexicano tiene dos obsesiones: el gusto por la muerte y el amor a las flores. Antes de que nosotros “habláramos castilla” hubo un día del mes consagrado a la muerte»”, expresó el mandatario en su cuenta de Twitter.

 

Previamente, en su conferencia de prensa se pronunció por mantener estas tradiciones.

gac