Adrian Trejo
 

La Legislatura pasada, luego del temblor del 19 de septiembre de 2017, revivió el debate sobre el financiamiento público a los partidos políticos.

La oposición retó al PRI, que tenía la mayoría en ambas Cámaras, a reducir a la mitad dicho financiamiento pero en un acto de envalentonamiento, el tricolor le reviró que por qué no mejor discutían cancelar todo el financiamiento público.

Así los partidos estarían en la necesidad de hacerse de financiamiento 100% privado, como ocurre en las democracias de mayor tradición.

El debate murió cuando los partidos tuvieron que enfrentar a la opinión pública que demandaba su solidaridad con los damnificados; el PRI fue el que más aportó, algo así como 240 millones de pesos, el PAN 50 y los otros lo que sus líderes quisieron.

El tema revivió con el triunfo de Morena; López Obrador lo tomó como tema de campaña y en cuanto sus diputados rindieron protesta presentaron una iniciativa en ese sentido.

Ayer la Comisión de Puntos Constitucionales aprobó, con los votos mayoritarios de Morena y el PES –el partido que no existe pero que si tiene legisladores-, la modificación a la fórmula de reparto del financiamiento con lo que éste se reduciría a la mitad a partir del próximo año.

El financiamiento se calcula multiplicando el 0.65% del valor de una Unidad de Medida por el número de votantes registrados en el padrón.

Lo que Morena y el PES aprobaron fue reducir a la mitad el factor multiplicador, es decir que en lugar del 0.65% por el número de votantes, se utilice el 0.32%.

Esto permitiría un ahorro de 2 mil 620 millones de pesos para el próximo año.

La oposición rechazó dicha modificación porque, el complemento de la fórmula, es que el total de los recursos que se obtienen de esta multiplicación, el INE los reparte entre los partidos, de acuerdo a la ley, 30% de manera equitativa y el 70% de acuerdo al número de votos obtenidos en la última elección federal.

¿A quién beneficia la nueva fórmula? A Morena, por supuesto, que tendría un reducción de recursos menor a la que sufrirían el resto de los partidos.

De hecho, en algunos casos sería condenar a la desaparición a partidos pequeños como el PT, quizá el Verde Ecologista y del PRD ni hablar; el partido está muerto pero no le han avisado.

La modificación de la fórmula podría pasar si Morena aceptara que a su vez se modificara el cálculo del reparto, que fuera 50% equitativo y 50% de acuerdo a la votación, pero el partido de López Obrador sabe que eso sería darle oxígeno a la oposición y no lo van a permitir.

Falta aún para que esta reducción proyectada se concretice; se trata de una modificación constitucional y Morena necesita la mayoría calificada, que no tiene porque, precisamente luchando por su sobrevivencia, ni el PT ni el Verde acompañaron la iniciativa.

La pregunta es si, eventualmente, menos partidos fortalecen nuestra democracia o la debilitan.

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El secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo, se reunió en privado con los coordinadores parlamentarios en el Senado.

Llegó casi en sigilo y se fue por la puerta de la cocina para evitar a la prensa.

Dicen que fue a cabildear su próxima comparecencia, el 5 de noviembre, porque de información sobre los resultados de su trabajo ni una línea.

Como sea, mañana jueves estará en San Lázaro; a ver cómo lo tratan los diputados.