Ébola

A 43 años de haber sido descubierto la enfermedad del ébola, provocando desde entonce la muerte de miles de personas principalmente en África, médicos en la República Democrática del Congo encontraron un tratamiento con dos fármacos que salvó la vida a pacientes infectados por este virus considerado hasta ahora como incurable.

 

A pesar de la inestabilidad social que vive la República Democrática del Congo, médicos locales desarrollaron un tratamiento con dos medicamentos que incrementan la tasa de supervivencia de personas infectadas.

 

Ya existe una vacuna experimental que reduce las posibilidades de infección de personas expuestas, pero hasta ahora no se había desarrollado un tratamiento efectivo para evitar la muerte de personas ya infectadas.

 

“A partir de ahora, ya no diremos que el Ébola es incurable”, dijo Jean-Jacques Muyembe, director del Instituto Nacional de Investigación Biomédica de la República Democrática del Congo, donde se desarrollan las investigaciones sobre el nuevo tratamiento.

 

Uno de los medicamentos llamado ZMapp, ya se utilizaba como tratamiento estándar para tratar a los pacientes infectados, al cual se le agregó un anticuerpo monoclonal llamado mAb114, lo que permitió a los médicos reducir la mortalidad a sólo 6 por ciento entre un grupo de pacientes que comenzó a recibir el nuevo tratamiento desde noviembre de 2018.

 

El ébola de detectó por primera vez en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (ahora Sudán del Sur) y Yambuku, en República Democrática del Congo, y tuvo su mayor brote entre 2014 y 2016, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

Otros países como Guinea, Sierra Leona y Liberia han sufrido brotes de esta enfermedad que adquirió su nombre por el río Ébola, en el Congo, cerca de la comunidad donde se originó el primer brote.

 

El Ebolavirus es el responsable de este mal potencialmente mortal, y se han identificado cinco especies distintas.

 

La OMS considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia Pteropodidae, y que se introduce en los humanos por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones y otros líquidos corporales de animales infectados.

 

La transmisión persona a persona ocurre por contacto directo a través de las membranas mucosas con órganos, sangre y secreciones de personas o materiales contaminados.

 

Las ceremonias de inhumación que implican contacto directo con el cadáver también pueden transmitir el virus.