Hasta ahora se sabía que Gareth Bale vivía del todo aislado del contexto español que le ha rodeado (milagrosamente, sin tocarlo) desde hace seis años. Algo poco sorprendente considerando que el común de los futbolistas británicos no suele hacer demasiado por adaptarse a otros países y su idioma o cultura.

Sin embargo, difícil imaginar que su desapego incluiría también a su propio país. Si alguien desea entender a lo que puede llegar el aislamiento más total de un ser humano, basta con leer esta declaración en una entrevista con The Telegraph: “Sólo veo el Brexit en términos financieros, porque sí me puede afectar a mis inversiones, pero no me interesa todo lo demás. En realidad, no sé el 99 por ciento de lo que pasa con el Brexit. Ya ni siquiera sé quién es el Primer Ministro, no tengo la mejor idea”. En cuanto el reportero le refirió que el mayor cargo de la política británica lo ocupa Boris Johnson, respondió, “Mira, ahí tienes, no sabía eso, pensé que aún era el alcalde”. Vale la pena añadir que Johnson dejó de ser alcalde de Londres más de tres años atrás.

No esperamos tratados de política de alguien cuyo campo de especialidad es tan distinto, aunque esas palabras parecen las de un ermitaño. Como si en vez de jugar en el Real Madrid, Gareth viviera recluido en los Montes Athos de Grecia o como si su mansión en una glamurosa urbanización madrileña le sirviera de suntuoso monasterio.

En esa entrevista reconoce que su única pasión es el golf, algo de sobra conocido y evidente cuando aparece en plenos túneles del estadio observando competencias de esa disciplina. Nada le obliga a amar su deporte por encima de los demás, mas el punto escabroso es la sospecha de que sus lesiones se han incrementado por su intensa práctica de ese juego (algo que, justo este martes, enfatizaba el antiguo jefe de servicios médicos del Real Madrid).

Para fortuna de Bale, sus ingresos le permitirán vivir con holgura sin necesidad de enterarse cómo sale el Reino Unido de la Unión Europea, así como no ha requerido saber nada de España para radicar en sus calles ya por tantos años.

No obstante, es imprescindible asumir que no basta con que los futbolistas sepan patear la pelota. El mismo Bale, con tamañas condiciones físicas, hubiese sido mucho más exitoso en la cancha con una actitud diferente, con cierto afán de integración al sitio donde juega y comprensión de para quién juega. Algo difícil de pedirle a la vista de que tan poco interés como en el país donde trabaja, tiene por el país en el que nació.

Twitter/albertolati

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