El castillo de naipes en que vivió el presidente estadounidense, Donald Trump, los últimos tres años, ignorando la Constitución, abusando del poder, despidiendo funcionarios eficientes a los que sustituyó por quienes obedecen sin objetar, desafiando o cambiando leyes, violando protocolos, atacando a medios de comunicación que lo denuncian… comienza a desplomarse.

Este fin de semana, Beryl Howell, jefa de la Corte Federal de Distrito en Washington, avaló la legalidad de la investigación de impeachment, descarrilando el intento de la Casa Blanca por bloquearlo, y dio como plazo el 30 de octubre para que el Departamento de Justicia entregue a la Cámara Baja del Congreso el original de secciones con información de Gran Jurado, que censuró el Reporte Mueller.

“El comité judicial de la Cámara requiere de material del Gran Jurado a que hace referencia para evitar alguna injusticia en la investigación”, concluye la decision de la jueza, en 75 páginas, “porque la necesidad de que se discuta es más grande que la de mantenerlo en secreto”.

La jueza Howell rechazó argumentos del Departamento de Justicia sobre la necesidad de mantener en secreto el reporte, ya en poder de legisladores republicanos que buscan tergiversar los eventos con una “realidad alterna” que cocina el incondicional procurador de Justicia, William Barr, con viajes a Australia, Gran Bretaña e Italia para obtener información que pueda sustentar la versión que el presidente Trump le ordenó.

 

Reveses judiciales

Cortes federales de Washington y Nueva York rechazaron los argumentos que los abogados de Trump esgrimen para no entregar al comité de supervisión del Congreso las declaraciones de impuestos de los últimos ocho años del presidente, sus hijos, yerno y empresas. Primero fue una Corte Federal en Nueva York, luego la Corte de Distrito de Washington.

La orden está dirigida a la empresa Mazars, firma que lleva la contabilidad de los negocios y familia Trump y que, con apoyo de la Casa Blanca, se ha resistido a entregar los datos a los comités de finanzas, judicial y de supervisión de la Cámara Baja.

 

Más mentiras sobre Ucrania

“El engaño del juicio político se basa en mi llamada perfecta a Ucrania y la versión de los whistleblowers sobre ella, que fueron falsas, un fraude”, dijo Trump el sábado en una tormenta de iracundos tuits que hacen evidente su creciente incertidumbre.
“Una vez que difundí la llamada, todo su caso cayó; los demócratas deben terminar este engaño ahora, cacería de brujas”, insistió Trump en más de una docena de tuits.

Pero sus afirmaciones distan mucho de la realidad.

Trump es presa de una desesperación, angustia e impotencia que aumenta al ver el colapso de sus esfuerzos por impedir que funcionarios de su gobierno testifiquen ante el Congreso y cooperen en la investigación de impeachment, a pesar de que lo prohibió, porque sus órdenes tienen menos peso que el poder legal de las órdenes de presentación legislativas en esta investigación.

Uno a uno, importantes diplomáticos del Departamento de Estado han optado por cooperar con la investigación de los demócratas, ante quienes han testificado y entregado notas que confirman ya una abrumadora evidencia del abuso del poder presidencial de Trump para su beneficio personal, con el chantaje a un país aliado que enfrenta agresiones rusas, y al que condicionó la entrega de asistencia militar autorizada por el Congreso a que anunciara en público, ante las cámaras, el inicio de una investigación sobre los Biden para buscar información negativa que ayude a mitigar su enorme desventaja en las encuestas, ante su potencial adversario demócrata en 2020: Joe Biden.

Preocupados por el impacto de Trump en la política externa y sus implicaciones para la seguridad nacional, diplomáticos de carrera confirman con su testimonio cada detalle de la denuncia confidencial del whistleblower.

 

Evidencia de conexión

En una inusual audiencia este fin de semana, Phillip Reeker, subsecretario de Estado para Europa y Euro-Asia y Jefe de quienes durante 4 meses presionaron a Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, manifestó su desacuerdo por el despido de la embajadora en ese país, Marie Yovanovitch.

Reeker transmitió su preocupación por falsas imputaciones de Rudy Giuliani contra la diplomática, a David Hale, tercer funcionario de más alto rango en el Departamento de Estado y a Ulrich Brechbuhl, asesor del secretario de Estado, Mike Pompeo, y promovió el reconocimiento público y apoyo de ese departamento a la embajadora, ante lo que recibió una rotunda negativa.

George Kent, asistente de Reeker y responsable de la política en Ucrania, también dijo al comité de inteligencia de la Cámara Baja estar alarmado por mentiras sobre la embajadora Yovanovitch, antes de su despido, igual que Kurt Volker, enviado especial a Ucrania, en lo que coincidió Mike McKinley, quien renunció como ex asesor del secretario Pompeo, precisamente como medida de protesta por la arbitraria e injustificada remoción de la Embajadora.

 

Diplomáticos “Congelados”

Reeker habló del malestar generado por el “congelamiento” de destacados diplomáticos en algunas regiones del mundo, aparentemente por razones políticas.

La semana pasada, William Taylor, embajador de Estados Unidos en Ucrania, sorprendió a los legisladores al describir una videoconferencia en julio, con funcionarios de la oficina de Manejo de Presupuesto de la Casa Blanca, que establece la conexión directa del Presidente Trump con la retención de ayuda de seguridad para propósitos políticos.

Taylor, quien advirtió en mensajes de texto que era una “locura retener la asistencia militar sólo por beneficiar la campaña de reelección de Trump, se dijo alarmado, tras hablar por teléfono con Tim Morrison, máximo asesor del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca para Rusia y Europa, quien le comentó que Trump quería condicionar no sólo una reunión de Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania con Trump, en la Oficina Oval, sino la ayuda militar que ese país requería con urgencia, ante constantes agresiones de Rusia.

Trump negaba asistencia

También le dijo que “Trump no quería brindar asistencia de ningún tipo a ese país, aunque la hubiera aprobado el Congreso”.

En el curso de esta semana, el comité de inteligencia de la Cámara Baja espera el testimonio de Charles Kupperman, ex asesor del presidente Trump para asuntos de seguridad nacional, el lunes, Alexander Vindman, director del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca para Asuntos de Europa, Kathryn Wheelbarger, asistente del secretario de Defensa para Asuntos Internacionales de Seguridad y Tim Morrison, director del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca para Asuntos de Europa y Euro Asia.

Morrison es uno de múltiples funcionarios que manifestó ya su disposición de cooperar con el Congreso, incluyendo notas sobre el tema en su testimonio, a pesar de la prohibición del presidente Trump, lo que aumentó la preocupación de los republicanos, que temen que Morrison pueda fortalecer más la investigación de impeachment.

Diplomáticos testifican sobre Ucrania

Hasta el momento han testificado, entre otros, los embajadores William Taylor; Kurt Volker, enviado especial para Ucrania, quien aportó importante evidencia; Gordon Sondland, embajador ante la Unión Europea, quien dijo no estar de acuerdo en presionar a Ucrania; Marie Yovanovitch, ex embajadora de EU en Ucrania, removida por Trump por presión de Rudy Giuliani, coordinador del chantaje a ese país, quien ahora enfrenta cargos ante una corte federal por trabajar como “agente para un país extranjero” sin tener registro y de quien el fin de semana se difundió una llamada telefónica accidental, en la que pide “cientos de miles de dólares más para continuar la investigación”.

La versión alterna de Trump

Desesperado, el presidente Trump lanzó una campaña de desinformación, apoyado por republicanos, con un “No Quid-pro-Quo” que recuerda su “No Colusión, no Obstrucción,” cuando la investigación sobre la injerencia rusa, que su incondicional procurador, William Barr, ignorando cuestiones éticas o de tradicional independencia de la Fiscalía con la Casa Blanca, sepultó el reporte del que solo difundió una inofensiva versión, que no representara una amenaza para el presidente, sino al contrario, le permitiera hablar de “reivindicación”.

Republicanos rompen reglas

Mientras sus incondicionales republicanos defienden al Presidente mintiendo, distorsionando e inclusive violando reglas del Congreso que les permiten ingresar al comité de inteligencia de la Cámara Baja, donde se entrevista a los testigos, argumentando que “los demócratas preparan en secreto los artículos de impeachment” cuando en el Comité participan 47 republicanos.
Y piden ayuda para identificar al whistleblower, que quieren regalar al Presidente, al grado de aprovechar la investigación para identificarlo, por lo que algunos republicanos ofrecen 50 mil dólares.

Negará todos los contactos rusos

Desafiando la verdad, la lógica e investigaciones de agencias de inteligencia de Estados Unidos en el reporte especial sobre la injerencia rusa, ese mismo procurador viajó ahora a Gran Bretaña, Italia y Australia para hurgar entre toneladas de documentos clasificados, elementos que pueda usar para cambiar la versión del inicio de la investigación del FBI, a más de 20 integrantes de su comité de campaña en 2016, incluyendo a su hijo Donald Jr., su hija Ivanka, su yerno Jared Kushner, su jefe de campaña, Paul Manafort.

En realidad, la investigación comenzó luego que el Gobierno australiano alertó a la Casa Blanca de que George Stephanopulos, asesor de política externa de Trump, reveló en Londres a australianos que Rusia buscaba un canal de comunicación con Donald Trump, a quien quería ayudar con información negativa sobre Hillary Clinton, su contrincante demócrata en la elección presidencial de 2016.

Quiere borar el pasado y reescribir la historia

Trump quiere que la gente se olvide de múltiples contactos del general Michael Flynn, Carter Page y otros, documentados en video, cartas, correos y otras formas de comunicación, por lo que ordenó a su Procurador cambiar la versión, por “una que muestre el monitoreo a su Comité de Campaña, como parte de una conspiración,” mentira con la que espera “lavar su nombre y el de su equipo,” acusar y hasta presentar cargos criminales, contra quienes sabían y ordenaron el monitoreo de sus asesores Carter Page, Michael Fynn y otros que, en la nueva versión, se señalaran como “parte de la conspiración”.

Entre ellos James Clapper, ex director Nacional de Inteligencia; John Brennan, ex director de la CIA; James Comey y Andrew McCabe, ex directores del FBI, hasta otros funcionarios de la pasada administración.

Trump lucha al fondo de encuestas que lo colocan con 15 puntos de desventaja ante su posible contendiente demócrata, Joe Biden, mientras otras revelan que 63% de votantes considera necesaria la investigación de impeachment y que el presidente, en lugar de rehusarse, coopere con el Congreso.

Temeroso de los efectos de este juicio, el presidente recontrató a los abogados de defensa criminal Jane y Marty Raskin, que trabajaron con él durante la investigación del fiscal especial, Robert Mueller, mientras espera el desarrollo de los eventos de esta semana, con más testimonios que serán determinantes para asegurar aun más su juicio político.

John Kelly se lo advirtió

“Antes de dejar la Casa Blanca advertí al presidente Trump que podría enfrentar un impeachment si me reemplazaba por personas que nunca lo contradijeran ni contuvieran su conducta impulsiva”, reveló el general retirado John Kelly, ex jefe de Gabinete de Trump.

“Un jefe de Gabinete debe ser un guía que asesore al presidente sobre los límites de su autoridad”, explicó.

Sin lograr el acuerdo comercial que asegura “los chinos quieren desesperadamente”, Trump arrastrando la promesa sabiendo que China planea firmarlo hasta después de la elección presidencial de 2020.

Presume la muerte de líder de ISIS

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que el líder el grupo Estado Islámico (EI o ISIS), Abu Bakr al-Baghdadi, “murió como un perro” junto con tres de sus hijos pequeños, al suicidarse con un chaleco explosivo tras verse acorralado por tropas estadunidenses, al norte de Siria.

Trump trata de contener las duras críticas por la traición a sus leales aliados kurdos en la guerra contra ISIS.

A pesar de haberlos lanzado a un baño de sangre a manos de las tropas turcas, retirando el Ejército de EU de Siria, le dieron oportunidad de anunciar ayer el éxito de la misión.

La operación -seguida en video por el Presidente, el vice presidente y mandos militares-, inició hace tres semanas y debió suspenderse en tres ocasiones. Trump agradeció la participación de Rusia, Turquía e Iraq.

De acuerdo con el mandatario, fue como “una película” en la que se produjo un enfrentamiento, mientras al-Baghdadi trató de escapar acompañado de los tres niños, “él gritando y llorando como un cobarde todo el camino”, perseguido por perros militares de Estados Unidos, dijo Trump, hasta que llegó al final de un túnel donde detonó un chaleco con explosivos.

Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) destacaron que hubo una operación conjunta exitosa con Estados Unidos.

Ahora alista otra guerra, contra su propia comunidad de Inteligencia, acusándola de conspiración, como la verdadera razón por la que el FBI inició el monitoreo y grabación de las llamadas de su equipo de campaña en 2016.

 

LEG