Que los medios mexicanos se autocensuren para quedar bien con López Obrador, equivale a rellenar urnas a favor de MORENA. Es por esto que las salidas de Sergio Sarmiento de Radio Centro (julio, 2019), y de Carlos Loret de Televisa (agosto, 2019), saben muy parecido a este fenómeno tan recurrente en la política nacional. Casualmente, estos “cierres de ciclo” benefician a un gobierno que busca crear una falsa sensación de unidad, común entre gobernantes antipluralistas. Y como las opiniones de Sarmiento y Loret en ocasiones ponían en duda esa fantasía, pareciera que estos medios han optado, de facto, por servir a MORENA.

 

Las salidas de Sarmiento y Loret, tras 14 y 18 años de relación, respectivamente, nos recuerdan a otros episodios de autocensura para congraciarse con el poder: por ejemplo, MVS sacando del aire a Carmen Aristegui en 2009 por comentar sobre el rumor del alcoholismo de Felipe Calderón, y de nuevo en 2015, después de que su equipo publicará el reportaje de la “Casa Blanca”. Asimismo, está el caso de Pedro Ferriz de Con, que fue cesado del noticiario de Cadena Tres TV y de su columna en Excélsior, días después del triunfo de Peña Nieto, a mediados de julio de 2012. El denominador común entre Aristegui, Ferriz de Con, Sarmiento y Loret, es que no eran aplaudidores ciegos del “mandamás” en turno.

 

Si bien no podemos confirmar ni descartar que en estos casos haya habido presión directa del poder político, solo el hecho de que se les haya despedido por sus investigaciones u opiniones, dice lo mal que está la libertad de expresión. Como ocurre en democracias más firmes, los medios deberían defender a sus colaboradores mientras su trabajo indague en las dudas razonables en materia pública, ya que es la razón de ser del periodismo. Por otro lado, estos periodistas no son héroes, y claro que tienen sesgos narrativos y políticos, como todos. Por ejemplo, Aristegui, lopezobradorista abierta, confirma en sentido contrario la dinámica de conveniencias para los medios cuando regresó a la radio tras el triunfo del tabasqueño.

 

Por esto creo que el razonamiento de las empresas debería ser precisamente al revés: hoy es cuando más necesitamos a los Loret, los Sarmiento, los Ferriz, y a las Aristeguis (de 2009 y 2015), ya que son contrapesos necesarios e incluso saludables frente un presidente que cree que no todos los mexicanos (o medios) son parte del “pueblo”. Pero si escogemos pensar que la tradicional autocensura (impulsada por el esquema de gasto gubernamental en publicidad) no atenta contra la libertad de expresión, y por ende contra la competencia electoral equitativa, entonces ya entramos en su fase de consolidación: el autoengaño colectivo.

 

@AlonsoTamez