Las protestas por la violencia contra las mujeres dejan muchas dudas y una certeza: agarraron por sorpresa a la administración capitalina. Luego de las manifestaciones de la semana pasada, el Gobierno ha anunciado medidas que podrían contrarrestar un poco el problema de la violencia de género, como aliarse con organizaciones feministas para capacitar a la Policía. Al margen del éxito de esas medidas, sin embargo, hay un hecho: fueron tomadas luego de las protestas.

 

¿Sorprende? No realmente. La administración chilanga ha tenido éxitos en organizar datos y hacerlos públicos o en automatizar trámites, es decir, en darle método a las tareas de Gobierno. Pero la improvisación ha sido categórica en terrenos tan importantes como el de la seguridad, donde las cifras son de escándalo. Y no es raro: está en la naturaleza del nuevo régimen. Completo.

 

En efecto, luego de una campaña eterna, de dos sexenios y pico al menos, el obradorismo llegó a improvisar. Improvisa en lo económico, improvisa en Salud (han logrado depauperarla aún más) y sobre todo improvisa en lo que tiene que ver con la seguridad. Más allá de las cifras, hay síntomas clarísimos, el último de los cuales fue el exabrupto de Olga Sánchez Cordero sobre las posibles conversaciones de la 4T con el crimen organizado, lo de la “pax narca”. En un hecho inédito, Gobernación refutó a su titular sobre el argumento de que no hay conversaciones con el crimen organizado, sino con las autodefensas. Al margen de que las fronteras entre uno y otras son a menudo muy borrosas, perdonarán el escepticismo. Y es que al mismo tiempo se dejó ver un subsecretario con un alto capo en Tamaulipas, y sobre todo nos vino a la mente la idea presidencial de la amnistía. Todo lo cual contribuye a la certeza de que el Gobierno da palos de ciego, y lo mismo le apuesta a una Guardia Nacional con mando militar que dice que n’ombre, que es civil, que manda militares a ser humillados porque tienen prohibido defenderse, que logra una sublevación de federales, que vuelve, o no, a lo de la amnistía.

 

El mantra lo seguiremos oyendo: “Nos dejaron un tiradero”. Pero el tiradero llevan 12, 15 años denunciándolo, y esos 12, 15 años no pudieron usarlos para hacer diagnósticos y diseñar estrategias. El vicio de la improvisación ya le pasa factura a la administración chilanga. Antes o después, rebasará la capacidad reactiva del Presidente. Para usar el nombre de una conocida novela inglesa: va a ser una exhibición impúdica.