El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, debería dividir su día laboral en tres actividades en estos tiempos.

La primera, por supuesto, coordinar a su equipo que ahora mismo busca que cuadren las cifras del paquete económico que habrán de presentar al Congreso en dos semanas.

La volatilidad mundial, el deterioro de los indicadores locales y las malas expectativas para la economía global son razones más que suficientes para correr varios modelos antes de llegar a uno que pueda resultar aceptable.

La segunda actividad a la que debería dedicarse en estos momentos el secretario Herrera es al convencimiento de los agentes económicos de que realmente este equipo, este Gobierno, puede sacar adelante un paquete económico responsable, viable y posible, a pesar de todas las evidencias de un manejo voluntarioso de las condiciones económicas.

Debe procurar estar en cuanto foro pueda participar, hablar en corto con empresarios y financieros, dar conferencias y entrevistas para explicar con claridad que, a pesar de lo complicado del entorno, sí es posible elaborar un paquete de criterios económicos creíbles que den un buen sustento a las iniciativas de Ley de Ingresos y al Presupuesto de Egresos.

Debe ser una voz que depure tanto ruido de espontáneos e interesados que declaran con mucha ligereza lo mismo sobre las metas de superávit primario como de incrementos de impuestos o nuevos gastos asistencialistas.

Tiene que ser él quien defina, como lo hizo esta semana, con claridad las limitaciones de ingreso y los retos para gastar como pretende este Gobierno y hacer que los agentes económicos vean sensatez en su discurso.

Y es que no son pocos los que temen que el paquete económico para 2020 sea un compendio de frases y buenas intenciones, sin mucha lógica económica, como lo fue al que llaman Plan Nacional de Desarrollo, que acabe por angustiar más a los mercados financieros respecto al futuro económico de este país.

Y la tercera actividad a la que debería dedicarle buena parte de su día el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, es a convencer a su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, que eso de la cuadratura de los números para lograr la estabilidad macroeconómica que la 4T promete tener como un valor irrenunciable, tiene que ser una labor sólo de los expertos.

La danza de las cartas a los Reyes Magos, que suelen encabezar los funcionarios públicos, con sus listas de necesidades de gasto para el siguiente año fiscal, ya no tiene sólo por destino la Secretaría de Hacienda en esta fase de redacción del paquete económico, o del Congreso cuando se encuentra en tránsito de aprobación.

Muchos intentan llegar hasta el presidente López Obrador para que influya en ciertos presupuestos.

Si Herrera logra que el Presidente deje la labor presupuestal a los expertos de Hacienda en exclusiva, a cambio de atender sus compromisos de campaña, pero con el equilibrio que le pueden dar los verdaderos especialistas, puede resultar en un paquete económico que no cause estragos en los mercados cuando lo conozcamos.