Cuando López Obrador era jefe de Gobierno del DF, Rosario Robles y Carlos Ahumada visitaron a, cuando menos, una de las personas más cercanas al ahora Presidente para pedirle apoyo por las observaciones en algunos contratos de obra de la empresa de Ahumada con el Gobierno, así como la liberación de pagos, por trabajos que, hasta ese momento, no estaba claro sí se habían realizado o no.

La respuesta fue contundente: no. Si hay procedimientos legales por presuntas irregularidades, se tienen que continuar, ésa era la orden del entonces jefe de Gobierno.

Robles, según comentan las fuentes, insistió en que Ahumada había apoyado al partido y al movimiento que ahora estaba en el Gobierno, pero la respuesta siempre fue que todo tenía que seguir de acuerdo a la ley si es que hubo irregularidades.

Ése fue uno de los primeros desencuentros de la pareja con el gobierno capitalino. Dos anécdotas reflejan el nivel de vida que logró en unos años, luego de conocer a Ahumada:

la primera es de una Rosario Robles contenta porque, cuando ya era secretaria de Gobierno obtuvo un crédito para comprarse su primera camioneta.

La segunda, apenas unos años después, de cuando su hija, triste porque iba a ir a la boda de una persona que apreciaba mucho y no había encontrado un vestido, es llevada por su madre a EU, en un avión privado a comprar uno.

Maestra. Buena bailadora. Llamó la atención de los activistas de izquierda semiclandestina –aquella que en sus reuniones se numeraban para evadir, decían, a los espías de Gobernación– por su habilidad y sustento de su discurso político.

Un día, en una reunión en el departamento de un amigo común, conoció a Cuauhtémoc y Lázaro Cárdenas y el ascenso político comenzó, según nos recuerda la revista Proceso. Rosario Robles, activista de una izquierda radical, de pronto se moderó y ascendió en el escalafón político hasta ser jefa de Gobierno de la ciudad.

Al término de su gestión como jefa de Gobierno, Robles fue presidenta del PRD, en donde el empresario Carlos Ahumada aprovechó sus contactos para hacer negocios con las autoridades ligadas al PRD. Pero, de acuerdo a algunas fuentes, el tema llegó a oídos del entonces jefe de Gobierno y ahora Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lo que causó molestia, por lo que se le cerraron los pagos de obras que presuntamente había realizado, muchas de las cuales ni siquiera se habían iniciado.

#¿LoboEstásAhí?

Las diferencias entre ambos políticos, Robles y López Obrador, derivó en los llamados videoescándalos: en donde se veía a René Bejarano y a Carlos Ímaz recibiendo dinero en efectivo, de manos de Carlos Ahumada. Bejarano fue detenido y después liberado.

A 15 años de esos eventos, hoy Rosario Robles está en la cárcel, acusada del desvío, del erario, de más de cinco mil millones de pesos; un juez que es sobrino político de Bejarano le dictó prisión preventiva. Y Ahumada fue detenido (otra vez), en Argentina, a petición de la FGR, aunque lo liberaron más tarde.