Michael Grant Ignatieff, ex político canadiense, escribió en su libro Fuego y cenizas. Éxito y fracaso en política que: “El arte de la política consiste esencialmente en ser un maestro del oportunismo. Un torpe oportunista político no es más que alguien incapaz de ocultar que está aprovechando una oportunidad. Un oportunista hábil, por el contrario, es quien sabe persuadir al público de que él ha creado la oportunidad”.

En los últimos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador sintió que la estabilidad de su gobierno estaba siendo amenazada y reaccionó defendiendo las ideas que han sostenido sus acciones; lo demás para él son sólo opiniones.

Cualquier persona mínimamente sensata siente temor ante el poder que tiene el Presidente y su manera de afrontar temas tan sensibles.

Con sus argumentos, el presidente López Obrador se defiende como símbolo de la unidad, y dice: “Se están arreglando las cosas para que haya más crecimiento y acompañado de desarrollo, porque, insisto, crecimiento es hacer dinero; y desarrollo es hacer dinero y distribuirlo, que les llegue a todos. A mí me importa mucho que la gente tenga para comprar abajo, que se compre en los mercados, en las tiendas de abarrotes, en los centros comerciales aquí en el centro, que haya movimiento, que haya consumo.

Entonces, eso, tengo información que se está dando. No hay, por poner un ejemplo, restaurantes vacíos en la Ciudad de México; no sé qué esté pasando en todo el país”.

Sin asumir responsabilidades y ante el malestar por el desatino, el Presidente renovó el discurso: “Creo que es necesario que haya orden, porque había una situación de anarquía y de corrupción, de extorsiones, y eso no se puede permitir, porque no es la lucha por una causa justa, es un modus operandi, es chantajear para obtener recursos, para obtener dinero, porque proliferaron grupos, supuestamente sindicatos, que no tienen fundamento legal y se dedicaban a extorsionar. Yo hago un llamado a mis paisanos para que no se permitan esas cosas y que todos nos portemos bien…”.

Fue una corrección con toda la regla de lo que años antes él hizo en Tabasco y en la Ciudad de México.

A pesar de anunciar contactos y apoyos a nivel nacional, el malestar de los barones del mal sigue muy presente, y la respuesta del Presidente es amor y paz: “Es el distintivo de nuestro Gobierno, inclusive en acciones que tienen que ver con el combate a la delincuencia, respeto a los derechos humanos, nada de razias, nada de masacres, respetar la vida. Eso es lo que se está haciendo.

Y se puede gobernar de esa manera si hay diálogo, si hay argumentos, si se atienden las peticiones, si se evita la confrontación”.

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