El 19 de julio de 1979, los guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional entraron a Managua, con el mayor apoyo popular, y dando por terminada la dictadura de Anastasio Somoza Debayle. A menos de 20 días del aniversario, el académico del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, Mario Vázquez Olivera, repasa para 24 HORAS lo que significó el movimiento y los efectos que aún persisten.

¿Qué objetivos tenía el movimiento sandinista?

– La revolución triunfó en 1979, se proponía cosas muy específicas para Nicaragua: la primera era derrocar al dictador Anastasio Somoza Debayle, y establecer un sistema político mucho más abierto, plural y democrático, acompañado de reformas sociales profundas, económicas, pero muy básicas, como la alfabetización de la población, la reorientación de la economía con un sentido social. En un contexto histórico, otra meta era recuperar soberanía frente a Estados Unidos, que estaba ocupando un lugar en la dictadura.

 

¿Qué era Nicaragua antes de la revolución?

– La revolución sandinista logra desmontar la dictadura tanto política, militar, económica e ideológica de la dictadura somocista con bastante éxito. Nicaragua se había convertido en un estado patrimonial donde los intereses del Gobierno se confundían con los intereses personales de la familia Somoza. Se establecen bases para la construcción de un nuevo Estado en Nicaragua, es como una refundación, un cambio de régimen. Poco más de un año después de la revolución, Estados Unidos inició una serie de acciones económicas, políticas y militares contra el Gobierno, buscando boicotearla.

¿Prevaleció el movimiento como partido?

– Después de que los sandinistas fueron derrotados, tuvo dos gobiernos de carácter liberal o neoliberal que no se veían claramente identificados como gobiernos de derecha pero si contrastaba de los gobiernos revolucionarios. Cuando los sandinistas pierden las elecciones entregan el Gobierno, sin embargo, el Frente Sandinista continúa como la principal fuerza política hasta el día de hoy, es decir, la derrota electoral no significó la bancarrota del partido, se mantuvo como la fuerza más grande, organizada , más poderosa en Nicaragua, despuntando como una gran participación social. Esto le permitió a Nicaragua -mientras fue gobernado por los liberales-, mantener su potencial político como la principal fuerza de Izquierda. El Frente tuvo ajustes tanto en sus propósitos políticos como en discursos, en su planteamiento ante la sociedad, sí es como un partido de izquierda, pero con matices.

¿Y la huella del movimiento?

– Los sandinistas perdieron las elecciones en 1990. Vinieron gobiernos que ya no se identificaron con el movimiento revolucionario, sin embargo, los cambios siguieron desarrollándose en algunos aspectos, a pesar de su salida. Aunque Nicaragua no superó la marginalidad ni la situación precaria que vivía, sí logró reformas sociales muy importantes, y la conciliación de un Estado que se ha mantenido vigente hasta el día de hoy.

¿Cómo influyó en América?

– El movimiento sandinista fue un evento sumamente importante a nivel continental, la otra revolución socialista, por decirlo de un modo, había sido la revolución cubana, muchos esfuerzos revolucionarios fracasaron en el continente Americano después de ello, surgieron dictaduras de extrema derecha en los años 60s y 70s; cuando triunfa la revolución en Nicaragua es una gran noticia para las fuerzas democráticas en el continente. En México tuvo un impacto enorme, motivó enorme simpatía y entusiasmo; en sectores de la sociedad mexicana se desató un gran movimiento de solidaridad, hubo una enorme difusión del proceso revolucionario.

¿Un movimiento social como este influye en los fenómenos migratorios?

– Tiene mucho que ver con el origen histórico de la crisis humanitaria que estamos viviendo. Este tipo de cambios no cuajaron en otros países; lo que no sucedió en Honduras, Guatemala y el Salvador fue precisamente la reestructuración del Estado y las relaciones sociales, que sí sucedió en Nicaragua. Lo que estamos viendo ahorita es precisamente el resultado de lo que no sucedió. La crisis de Nicaragua tiene una característica distinta a la de todos esos países, en ellos el Estado fracasó, la sociedad está quebrada y la economía no está funcionando. Se han impuesto esquemas sociales donde domina la violencia, donde están perdiendo el control total de la seguridad pública, y eso en Nicaragua no sucede. Ahí hubo una coyuntura y un cambio profundo.

¿Evolucionó más en sus procesos sociales?

– Sí, Nicaragua es un país pobre, pero con relaciones sociales más armónicas, con un Estado mucho más funcional. Funciona tan bien el dominio del Gobierno que lo acusan de dictatorial, mientras en otros países tienen un caos, tuvieron presidentes condenados por la corrupción, son estados que no tuvieron procesos de conciliación y construcción de procesos comerciales y políticos eficaces.

 

PERFIL
Mario Rafael Vázquez Olivera
Académico de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores
* Responsable y corresponsable de siete proyectos colectivos de investigación, cuatro de ellos financiados por la UNAM, tres por la Secretaría de Relaciones Exteriores y uno por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
* Coordina el seminario de estudios sobre Centroamérica que auspician el CIALC y el Instituto Mora
* Autor único, coautor y coordinador de 17 libros de investigación

Brinda Bachelet informe sobre DDHH en Nicaragua

La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, presentará hoy en Ginebra un informe sobre la crisis de derechos humanos en Nicaragua, donde mantiene un monitoreo de la situación que vive el país centroamericano.

Presentará la actualización en la sede del Consejo de la ONU, de forma oral.

El reporte será presentado en el marco de la celebración del 41 período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, que se realiza del 24 de junio al 12 de julio de este año.

Para el monitoreo, Bachelet ha estado en Centroamérica, en entrevistas y reuniones.