Con cinismo, Luciano Concheiro, subsecretario de Educación Superior, anunciaba esta semana que la SEP cancelaba los estímulos para los investigadores, en una guerra contra lo que llamó una hiperélite, mientras Jesusa Rodríguez, senadora plurinominal, o sea de ésas que no necesitó cosechar un solo voto, se lanzaba contra las becas a creadores, a los que invita a abrazar las fuentes privadas de financiamiento. Esa embestida se venía cocinando: recordemos que el Presidente cargó hace no mucho contra los privilegios de esos científicos que ya no pueden viajar sin permiso al extranjero. Y es que si bien estamos hablando de asuntos muy diferentes, creo que los motiva lo mismo: la fobia de este régimen por cualquier forma de vida mínimamente digna.

Dije antes en este espacio que la 4T, lejos de combatir la pobreza, a lo que se dedica es a fomentarla y rendirle culto. Con una compulsión, sí, populista, el régimen no sólo cancela cualquier proyecto sospechoso de resultar productivo –la Fórmula 1, Texcoco, la promoción turística–, no sólo tira dinero a puñados –Dos Bocas, Santa Lucía, el tren–, sino que arremete con furia no contra las élites económicas –cosa que tampoco tendría que hacer–, no contra los corruptazos que se enriquecieron durante la administración pasada –un Lozoya no hace verano–, sino contra los ciudadanos que, chambeando, estudiando, intentan mantener el nivel de vida digno, honesto, del clasemediero. Porque eso, personas de clase media, como mucho media alta, es lo que son los creadores que buscan una beca, los científicos, los estudiantes que luchan por un posgrado en el extranjero o los médicos que apuestan a lo público.

Hablaba de cinismo al inicio de estas notas. Pues sí. La 4T hace excepciones: puedes aspirar a un digno nivel de clase media siempre que te integres a sus filas y agarres chamba. Como dijo Salvador Camarena en su columna de El Financiero, Concheiro gana 106 mil pesitos en la SEP y Jesusa, la neoliberal, 103 –neoliberal con la que, lo he dicho, puedo coincidir en el tema de las becas–. No son cantidades desorbitadas. Pero ni el uno ni la otra tienen experiencia suficiente como para desempeñarse en sus cargos, y esos cien mil pesitos son sumas muy, muy superiores a las que percibe la inmensa mayoría de esos teóricos privilegiados.

López Portillo dijo alguna vez que debíamos prepararnos para administrar la abundancia, y nos empobreció. La 4T se salta un paso: de lo que se trata es de administrar la miseria. Con algunas excepciones, según vemos.