Con un poco de ayuda de Donald Trump, pero quedó claro que sí hay manera de corregir algunas de las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador que parecían inamovibles, pero que realmente resultaban perjudiciales para el país.

Un tuit de Trump con una amenaza de aplicar aranceles, que le pudo haber costado la estabilidad a la economía mexicana, fue suficiente para que la 4T reculara en su política de fronteras abiertas que estableció desde el inicio de este Gobierno.

Las imágenes de octubre pasado, al cierre del gobierno de Peña Nieto, de la Policía Federal en abierto enfrentamiento con las caravanas migrantes, que pretendían entrar de manera ilegal a México, se convirtieron en este actual Gobierno en, literalmente, las puertas abiertas y sin restricciones para entrar.

Un manotazo de Trump ayudó a la administración de López Obrador a replantear esa estrategia.

Ahora hay que pagar los platos rotos y aceptar las condiciones de la Casa Blanca, con todo y ese misterioso acuerdo agroalimentario que tanto presume el republicano.

Pero, vamos, hay algo muy bueno en todo esto: el gobierno de López Obrador es capaz de rectificar una política que creyó positiva, pero que en la implementación resultó negativa.

Lo que hay que ver es si este Gobierno sólo puede dar marcha atrás a las malas decisiones cuando siente una amenaza del tamaño de Donald Trump. O, bien, puede, con base en su propio análisis, dar marcha atrás a lo evidentemente inoperante.

El principal foco rojo, que ya recibió una reprimenda de los mercados en la forma de la baja en las calificaciones crediticias, son los planes de gasto de Petróleos Mexicanos.

Que no quede duda que la famosa refinería de Dos Bocas sólo habrá de traer dolores de cabeza al actual Gobierno. Porque ni va a costar lo que dicen, ni se va a terminar en el tiempo que prometen ni va a refinar la cantidad de petróleo que creen y sí va a complicar más la condición crítica financiera de Pemex.

No necesitaría un tuit de ultimátum el presidente López Obrador para suspender esa construcción y replantear la estrategia de gasto de la petrolera más endeudada del mundo.

También podría llegar el día en que inaugure los parches al aeropuerto militar de Santa Lucía y se encuentre la 4T con que no hay ni permisos internacionales ni líneas aéreas que quieran duplicar o triplicar sus gastos en varias terminales aéreas.

Podría reconsiderar, con base en la experiencia de las fronteras abiertas, el elefante blanco de Santa Lucía y buscar inversionistas privados para terminar el aeropuerto de Texcoco. Además de ahorros, había un triunfo del sentido común.

Con el Tren Maya podría salvar miles de hectáreas de selva y construir un necesario tren entre Cancún y Chetumal, de auténtica vocación turística y dar vida a un proyecto que sí podría ser rentable.

Errar es de humanos y rectificar es de sabios. Bien podría el presidente López Obrador organizar vistosos mítines, como el de Tijuana, para vender bien a los suyos esas rectificaciones.