GUADALAJARA, Jal.- El esfuerzo, dinero y atención a la creación de la Guardia Nacional han olvidado el tema de las adicciones, pero sobre todo han descuidado a los jóvenes, y dentro de ellos a los más vulnerables: los adolescentes.

Algunos profesores de educación media de la zona de Guadalajara han encontrado que los adolescentes de secundaria han comenzado a mostrar expresiones cotidianas y culturales a favor de la droga y de los narcos.

En una escuela, por ejemplo, hicieron un concurso de dibujo, y la mayoría de los trabajos entregados tienen que ver con el mundo de las drogas: desde la exaltación de los narcos, hasta imágenes de sicarios y también de cuerpos descabezados.

Luego de esas pruebas, maestros entraron en contacto con colegas de otras escuelas de la ciudad y de estados vecinos, y el problema es similar: los adolescentes de secundaria, entre la primaria y la preparatoria, son los que más han asimilado lo que podría llamarse la cultura de la delincuencia asociada al narco y al crimen organizado.

No ha habido casos de estudiantes de secundaria que vayan armados a las escuelas, pero los profesores sienten preocupación de que no falte mucho tiempo para que ello ocurra. Mientras tanto, eso sí, en algunos colegios han comenzado a darse organizaciones de estudiantes con ciertos indicios de pandillas que extorsionan, bulean y atacan a compañeros. Los datos no han trascendido porque los propios profesores y las escuelas no desean atraer la atención.

Ninguna autoridad educativa local, y menos federal, ha atendido o procesado esa información. Inclusive, los datos se manejan como secreto porque ninguna escuela quiere reconocer que la cultura del narco ya se metió en las aulas. Y la SEP federal ha estado al margen del conocimiento del problema, y también no ha querido -o no tiene dinero- hacer campañas de advertencia sobre la narcocultura.

De el efecto psicológico de la criminalidad a los sicarios jóvenes hay un pequeño paso.

Zona Zero

La presencia social y espiritual del líder de La Luz del Mundo, Naasón Joaquín García, en la ciudad de Guadalajara se mide con las referencias en conversaciones y los muchos espectaculares por toda la ciudad. Pero aquí nada ha cambiado; el silencio, la espera… y el escepticismo.

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