Narendra Modi, primer ministro indio, resultó reelecto como mandatario en dicho país asiático, algo que no sucedía desde 1984, a pesar de la criticada gestión económica y el creciente supremacismo hindú que achacan al partido dominante, Bharatiya Janata (BJP, por sus siglas en inglés).

Modi prometió unir al país después de una victoria electoral que dejó a su partido en camino de aumentar su mayoría con un mandato proempresarial y una postura dura sobre seguridad nacional.

Los datos oficiales de la Comisión Electoral mostraron que el BJP conseguiría 300 de los 542 escaños en disputa, por encima de los 282 que ganó en 2014 y más de los 272 necesarios para obtener la mayoría en la Cámara baja del Parlamento.

El resultado le daría, además, la primera mayoría consecutiva a un solo partido desde hace 35 años.

“Construiremos una India fuerte e inclusiva”, escribió Modi en Twitter, “¡India gana una vez más!”.

La victoria de Modi impulsaba a los mercados financieros, ya que los inversores esperan que su gobierno continúe con las reformas económicas. El primer ministro estará bajo presión para brindar oportunidades de trabajo a las decenas de millones de jóvenes que ingresarán al mercado laboral.

“Los desafíos inmediatos son abordar el empleo, el problema de los ingresos agrícolas y reactivar el sector bancario”, dijo Madan Sabnavis, economista en jefe de Care Ratings, en Bombay.

Pero cumplir con su promesa de unidad será difícil, ya que la campaña del BJP fue a menudo divisiva y los miembros de la minoritaria comunidad musulmana han expresado temores de ser tratados como ciudadanos de segunda clase.

Su promesa de asumir una posición firme contra un movimiento separatista en la región de Cachemira, de mayoría musulmana, ha aumentado las tensiones con Pakistán, un país que también posee armas nucleares.

Su partido quiere que tome una línea dura en materia de seguridad nacional, y que construya un templo hindú en el sitio donde estaba emplazada una mezquita.

LEG