La decisión de dar marcha atrás al cobro a estados y municipios por servicios de la Guardia Nacional plantea la pregunta inquietante: ¿improvisación o incomprensión de la profundidad de la crisis de seguridad?

El problema radica en el hecho de que el cobro de servicios siempre estuvo en todas las iniciativas, en todas las minutas y en el decreto publicado en el Diario Oficial el 26 de marzo. Todas las bancadas aprobaron el numeral 2 de fracción II del artículo cuarto transitorio: “La ley contendrá… las reglas para determinar las aportaciones de las entidades federativas y municipios cuando soliciten la colaboración de la Guardia Nacional…”.

En el fondo, el cobro de servicios de la Guardia era una forma muy estricta de obligar a Gobiernos estatales y municipales a aumentar su eficiencia local en materia de seguridad. Y ese numeral estaba ligado al séptimo transitorio inscrito en la Constitución: los Gobiernos locales tienen hasta 180 días para entregar al Consejo Nacional de Seguridad Pública el “diagnóstico y programa para el fortalecimiento de su estado de fuerza y las capacidades institucionales de sus respectivos cuerpos policiales estatales y municipales”.

El cobro de servicios y el reporte del estado de fuerza policial eran la forma de hacer corresponsables a gobernadores y alcaldes; ahora no se les va a cobrar y por tanto tampoco se les va a exigir eficiencia.

En este sentido, la Guardia Nacional no sólo se hará cargo de los delitos de fuero federal y de su presencia física intimidatoria en zonas calientes para disuadir a cárteles, sino que también tendrá que tomar la responsabilidad de atender los delitos de fuero común.

Lo que queda ahora es esperar otra reforma constitucional, porque cobro y reporte fueron mandatos que ya están en la Constitución, y sólo pueden cambiarse con reforma en el Congreso.

Alguien no le explicó al presidente López Obrador las letras chiquitas de la Guardia Nacional.

Zona Zero

Los datos de la Encuesta del INEGI sobre percepciones de seguridad revelan que la ciudadanía no tiene los tiempos ni las justificaciones que se aprecian en los responsables de seguridad. Los temores han subido un punto porcentual pese a compromisos de la estrategia.

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