Jesusa Rodríguez es esa mujer pintoresca que llegó al Senado de la República gracias al arrastre irreflexivo que provocó Morena y a que Olga Sánchez Cordero le dejó su escaño.

Y desde ahí aporta un colorido discurso de comedia involuntaria que sería divertido si no fuera por el pequeño detalle de que nos cuesta a todos los mexicanos el pagarle su jugosa dieta.

Y puede quedarse en el anecdotario mientras esta senadora no contagie a otros con sus ocurrencias.

El que parece ahora echar mano de las sandeces de los crueles españoles contra los pobrecitos mexicanos es el propio Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Está muy bien para la senadora que defiende la mariguana hablar de la dieta violenta, del momento exacto de la creación del taco de carnitas y la desgracia que es conmemorar la caída de Tenochtitlán cada vez que se come un taco de esas delicias michoacanas. Está bien para Jesusa, no para el Presidente.

Asumirse como vocero de los conquistados y exigir a España que pida perdón por los agravios y las violaciones es algo más que abusar del desconocimiento histórico; es usar uno de los grandes traumas nacionales que se engendraron desde el poder para mantener a una población enojada y sometida.

Es el blanco y negro de este sexenio. Es el pueblo bueno contra los fifís, ahora con las fronteras extendidas hasta los malditos gachupines y el sometido pueblo indígena.

No podría esperar otra cosa el Presidente que la respuesta contundente de la Corona y el Gobierno españoles rechazando, con toda firmeza, que se pueda pedir perdón a México.

López Obrador no suele ser noticia en España; ahora sí lo fue y quedó en la misma sección de los informativos donde se da cuenta de la situación de Nicolás Maduro en Venezuela.

España no es el violento conquistador obligado a suplicar perdón; es la nación europea que ha invertido en México 60 mil millones de dólares en dos décadas.

Las empresas no deciden sus inversiones por un dislate, pero está claro que se procuran el mejor ambiente posible para la protección de sus capitales. Y las inversiones estimadas para este año requieren garantías para saber si serán tratados como iguales, como lo marcan las leyes comerciales o, bien, como los malditos gachupines conquistadores que podrían perderlo todo si no se disculpan.

Ubicar ante su clientela política a los españoles como los despiadados invasores no hará sino agraviar un encono histórico que duerme en esta sociedad. Lo que atenta contra todo, incluida la estabilidad económica.

Debería el Gobierno federal dejar a su senadora Jesusa Rodríguez descubrir partes de su cuerpo que no entendía y condenar los tacos de carnitas y no hacer del alimento del odio una estrategia de Gobierno.

Éste es un error grave del presidente López Obrador, porque ha extendido las fronteras de su confrontación. Ya no sólo es la mafia del poder, sino los analistas de mala fe y el equipo fifí. Ya llevó su confrontación hasta el reino de España.