Andan muy exaltados algunos compañeros de ruta de la 4T por lo que interpretan, acertadamente, como una tendencia ultraconservadora del régimen, ese régimen que aplaudieron tanto y al que tanto creen que ayudaron a llegar al trono. Tienen razón. ¿Que el PES perdió el registro? Pues haz una manita de puerco absolutista para que “a quien corresponda” se lo reintegre: aquí las leyes se escriben todos los días, ya sabemos. ¿Albergues para mujeres maltratadas, en un país en el que la violencia de género, incluidos los feminicidios, es un escándalo? Quítales el dinero y después, ante la andanada de críticas, recula y di que el Gobierno, que tan eficaz ha demostrado ser, se hará cargo. ¿Las estancias infantiles? Cómo no: las del PT. De la terna propuesta para la Suprema Corte, bueno, mejor ni hablamos. En su conservadurismo, en su nepotismo, es un poema. Uno de los largos, de ésos que explican un mundo entero.

¿Está poseído nuestro Presidente por el espíritu del padre Maciel?, ¿necesita un exorcismo?, ¿está irreconocible? No. El Presidente es de una consistencia a toda prueba. Son conocidas sus resistencias a la despenalización del aborto; por eso repitió una y otra vez que la llevaría a consulta.

 

Derechos humanos a consulta, sí. ¿Te cuentas entre los que luchan por la equidad de género, los derechos de la comunidad LGBT, la mencionada despenalización del aborto o el fin de la violencia contra las mujeres y votaron por Andrés Manuel López Obrador? Harías bien en preocuparte, porque, como dije en entregas anteriores a los miembros de la sociedad civil y la comunidad artística, tu Presidente no te quiere, y lo ha dejado bien claro desde que empezó la Gran Marcha de los 12 años. No te mintió. No quiso nunca y no quiere ahora esa sociedad más libre, menos cruel y más pareja: más democrática, pues, que no queda claro por qué creíste ver en su agenda y por la que tanto has luchado. Por pragmatismo y también por convicción, tu líder, un hombre congruente que se dedica a hacer referencias cristianas y publica una cartilla moral, está mucho más a gusto en la compañía de la ultraderecha evangélica, Manuel Espino o una candidata a la Suprema con issues de homofobia, por ejemplo, que contigo. Mucho más.

Y es que el espíritu del padre Maciel no se ha movido del más allá para instalarse en Palacio Nacional, pero muy probablemente, si sigue las redes sociales y los medios, hoy sonríe complacido, con esa maldad que lo distinguía. Ganó, sí.