El México Libre que deseaban Margarita Zavala y su esposo, el ex presidente Felipe Calderón, podría adquirir relevancia en el futuro nacional a condición de un improbable conjunto de condiciones.

Entre ellas se encuentra la capacidad de analizar y entender el momento nacional que vivimos y las debilidades y fortalezas de quienes puedan distinguirse intelectual, operativa y territorialmente como un partido opositor capaz de adquirir relevancia frente a Morena.

Margarita Zavala fue impedida directa, frontal y muy poco caballerosamente por la nueva generación de panistas que presentó la candidatura del malogrado Ricardo Anaya, un hombre con inteligencia para presentar exposiciones, pero carente de otros saberes y capacidades “de calle”, me dijo durante la campaña un conocido panista.

Del principal partido de la democracia cristiana huyeron una diversidad de cuadros. No necesariamente por las mejores razones. No siempre salieron del blanquiazul por disentir del autoritarismo, agandalle o la corrupción de la que habló durante más de dos años Calderón en la expectativa de la muerte anunciada de la candidatura del panismo para su esposa.

Se salieron del PAN también porque no tenían probabilidades de hacerse de candidaturas ante los más jóvenes que se adueñaron del partido, y para consolidar su poder realizaron una decisión estratégica, la de excluir a Zavala.

Otro elemento, agregado a la capacidad de analizar y entender la realidad política del país, es el de atraer a sus filas a una generación de mexicanos que podrá comparar las calidades y los resultados de tres partidos que pudieron ganar la Presidencia de la República durante los 20-25 años de su existencia.

El Instituto Nacional Electoral, al atender la notificación de la Asociación Civil Libertad y Responsabilidad Democrática, de donde habrá de nacer, de ser exitoso el esfuerzo de Zavala y Calderón, el México Libre que dicen soñar, reabre la discusión sobre la pertinencia de la flexibilidad electoral mexicana que permitirá que 40 iniciativas se presenten con el mismo propósito.

Pocos dudan que sea conveniente en un sistema electoral competitivo la aparición de un partido con valores éticos como ellos se entienden en la democracia cristiana.

No está del todo claro por ahora si su competitividad se expresará más en relación con un segmento del panismo o con todos aquellos quienes dejaron avanzar la estrategia de los jóvenes -y muchos aliados de todas las generaciones del blanquiazul- adueñados ahora de los recursos, la presencia mediática y las realidades tristes o rebatibles que, según la pareja Zavala-Calderón, son predominantes en esa organización fundada en 1939 para combatir al menos retóricamente al cardenismo que también admira el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Muchas condiciones habrán de cumplirse para que la socialdemocracia vuelva a ser competitiva a nivel nacional. El problema para Morena es que requiere un adversario con fuerza en inteligencia para mejorar la calidad de sus propias decisiones situadas en contexto de competencia democrática.
A ver quién lo construye.

@guerrerochipres