Mtra. Ruth Zavaleta Salgado

Seguramente en el ámbito financiero es muy común conocer a Luis Niño de Rivera. Bajo su estrategia, el Banco Azteca se convirtió en una opción de ahorro y de préstamo para millones de familias de escasos recursos no sólo en nuestro país, sino de varios más de América Latina (en 2015, Banco Azteca contaba con 11 millones de clientes, 15 millones de ahorradores y 11 millones de cuentas de crédito). Pero atrás del hombre de números hay una persona sumamente humanitaria y sensible que no sólo ha sido medallista en las Olimpiadas de 1968, torero y comentarista deportivo en la televisión, sino, en el transcurso de su vida, sus acciones han logrado impactar de forma positiva a quienes lo rodean.

Conocí a Luis en 1989, era director de Finanzas del Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo), y yo era representante de la Organización de la Asamblea de Barrios. Desde los sismos de 1985, las mil 247 familias que vivíamos en campamentos en el Fraccionamiento Aeropuerto Arenal habíamos luchado para conseguir un crédito con el fin de construir nuestras viviendas. Después de varios años logramos que nos financiara el Fonhapo. Para recibir el crédito, las familias deberían pagar un enganche que no tenían, por lo que Luis nos apoyó para formar un fideicomiso y juntar los recursos que requeríamos. Una parte se obtuvo del ahorro de las familias; otra, de la venta del material que desmontamos de los campamentos y una tercera parte se intentó obtener de una corrida de toros que Luis organizó en los terrenos anexos del fraccionamiento.

Financieramente, la corrida de toros no tuvo el éxito esperado y, en cuanto al espectáculo, la joven rejoneadora Karla Sánchez se lastimó una pierna al resbalar su caballo por las condiciones no óptimas del suelo. Pero eso no fue obstáculo para que Luis se diera por vencido, y finalmente el Fondo nos apoyó con el faltante. De forma constante, Luis llegaba al fraccionamiento con algunos integrantes de su equipo a supervisar los trabajos y convivir con los vecinos.

Posteriormente, cuando fui jefa delegacional en Venustiano Carranza, Luis volvió a ayudarnos con los proyectos de Prevención del Delito. Bajo la firma de un convenio entre la empresa Elektra y la delegación, se construyó un bonito parque deportivo que todavía existe en el camellón de Zaragoza. En el evento de inauguración del 13 de junio de 2005 estuvo presente el entonces jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, el presidente del Grupo Salinas, Ricardo Salinas, el presidente de la Fundación Azteca, Esteban Moctezuma, y el propio Luis.

Muchas cosas aprendí escuchándolo, pero, quizás, la lección más valiosa ha sido su búsqueda de encontrar soluciones a cada problema. Por ejemplo, desde que lo conozco, Luis Niño de Rivera se ha ocupado de impulsar acciones tendentes a beneficiar a las personas de más bajos recursos económicos. Él siempre me decía que estaba bien luchar contra la pobreza, pero habría que encontrar la fórmula para hacerlo efectivo y, por supuesto, que tenía sus propuestas al respecto. Seguramente ahora que ha sido nombrado presidente de la Asociación de Bancos de México podrá poner en práctica algunas de éstas e, incluso, tal vez, podrá ser escuchado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

ruthzavaletas@hotmail.com

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