El cambio climático es una realidad. La UNAM acaba de emitir una nota informativa advirtiendo que para este 2019, la Universidad de Florida anuncia la llegada masiva de sargazo a nuestro Caribe. Satélites, como los de la NASA, ya se encuentran monitoreando esta rareza ecológica: una inmensa isla que crece y se desplaza. Pero, ¿qué es el sargazo? Es una macroalga color pardo o verde negruzco de textura dura que puede entrelazarse con facilidad, lo que la ha llevado a crear grandes islas capaces de atrapar embarcaciones y enredarse en motores de grandes barcos. Son fuertes y flexibles, lo que les permite sobrevivir entre las potentes corrientes del mar Caribe.

Investigadores se han dado a la tarea de indagar si estas algas invasoras provienen de desprendimientos del Mar de Sargazos o, como las hipótesis indican, de la desembocadura del Amazonas por un exceso de nutrientes contaminantes derivados de la agroquímica, la elevación de la temperatura oceánica, los cambios de las corrientes marítimas y los vientos. El sargazo ama las zonas tropicales y costeras, por lo que nuestro golfo y Caribe ofrecen un contexto óptimo para su proliferación, sobre todo donde se liberan aguas negras y grises al mar.

En una zona de aguas color turquesa, paraísos turísticos, se cierne la amenaza de la desaparición del color del agua y el ocultamiento de la arena blanca por esta invasión, cuya concentración causa un hedor fétido que ahuyenta al turista. Es una total ironía, o quizás simplemente sabiduría de la Madre Naturaleza, que el sargazo se nutre de los contaminantes en el mar, lo que ocasiona su reproducción acelerada. Es como si el sargazo se estuviese comiendo la basura que arrojamos a los océanos. El grave peligro, además del económico, es que el sargazo consume el oxígeno en el mar, lo que, en cantidades como las que se está reproduciendo, podría generar un desastre ecológico por la cantidad de especies afectadas.

Las empresas hoteleras de Quintana Roo empezaron a gastar ya cerca del millón de pesos mensuales en labores de limpieza, explorando métodos para limpiar sin dañar al medio ambiente. Y si se busca sacarle provecho económico a los excesos de sargazo, ya se sabe que es una especie con otra composición química al tradicional sargazo, que no puede ser empleado directamente como composta, biocombustible o para uso farmacéutico, debido a que en su descomposición suelta ácido sulfúrico y pequeñas cantidades de arsénico; por lo que tampoco es posible enterrarlo, ya que contaminaría el manto freático y las napas subterráneas de la Península de Yucatán.

Parte de la solución es indagar su origen y tomar medidas para que su origen productor deje de serlo; se requiere de mayores esfuerzos, además de investigación, una iniciativa integral que considere el conocimiento científico, el marco jurídico y una vinculación operativa con y entre las instancias de los diferentes niveles de Gobierno para establecer las formas más eficientes de colectar el sargazo en mar abierto sin dañar al ecosistema. No existe un órgano coordinador que integre y oriente los esfuerzos que se realizan para dar solución.

Las imágenes satelitales son de terror, y nos muestran que el problema ya concierne a varios países, por lo que organismos internacionales debieran estar actuando para detener su proliferación. Mientras tanto, el municipio de Solidaridad lo entrega al relleno sanitario a un costo de 350 pesos la tonelada, y en programa piloto con los muelles de la Juárez y Constituyentes se instalaron boyas ancladas con rutas para lanchas y tortugas. Pero todo esto no ha sido más que planes de contención, mas no de solución; y aunque existen medidas tecnológicas a los problemas ambientales, se subestima el peligro al no dársele financiamiento necesario. Cada zona reacciona a su nivel de gravedad, triturándolo y mezclándolo con la arena o tan sólo retirándolo hacia rellenos sanitarios que tienen geomembrana para que sus lixiviados no contaminen.

La isla ya tiene una superficie de dos veces el tamaño de la Ciudad de México, con más de 2,800 Km2, y en 2018 obligó a un resort en Antigua a cerrar un par de semanas. Existe un gran vacío de ley para su manejo integral debido a que se le clasifica como residuo, comenta la ambientalista Patricia Godínez García, lo que impide que alguna instancia ambiental lleve liderazgo sobre su control, concentración, transformación, y se les pueda transformar en ladrillos, vajillas biodegradables y bolsas de súper, entre otros. ¿Miopía mexicana?