Las cosas no han salido bien para el nuevo Gobierno en lo que se refiere a la gestión de Petróleos Mexicanos. Más allá de la creciente crisis que se ha generado por la estrategia para combatir el robo de combustibles, que ha implicado el cierre de ductos y un lógico desabasto de gasolinas, la empresa productiva del Estado se encuentra en un momento crucial para la estructura de sus finanzas.

Los primeros preocupados no son los directivos de la empresa, sino quienes, desde las agencias, ven con inquietud el desarrollo de los acontecimientos dentro de Pemex. En días recientes, el banco británico Barclays emitió un informe intitulado Pemex: crude awakening, en el que expresó sus dudas por la falta de reformas dentro de la paraestatal, lo cual podría derivar en una degradación de su calificación.

El banco con sede en Londres y representaciones en el mundo entero considera que la falta de un cambio estructural en el régimen fiscal de Pemex obligará a la empresa a financiar la mayoría de sus proyectos en los mercados de capital, lo que podría provocar un mayor deterioro en sus niveles de crédito y, por ende, una afectación directa en sus calificaciones y valuaciones.

El análisis que fue difundido en círculos financieros en Nueva York considera que, en 2018, el desempeño de la paraestatal fue “extremadamente desfavorable”. La falta de argumentos sólidos por parte de Pemex en sus recientes reuniones con analistas en esa misma ciudad generó más dudas que convicciones. El riesgo es real: Moody’s, Standar & Poor’s y Fitch prevén mayores presiones financieras sobre la paraestatal y una menor capacidad en la inversión en sectores básicos como la exploración y la producción de crudo y gas.

Las cuentas son así de sencillas: Pemex enfrenta este año un vencimiento de deuda superior a los cinco mil 400 millones de dólares y el gasto previsto se eleva a 13 mil 700 millones de dólares, que es 22% superior al del año pasado. ¿Cómo sustentar este plan sin recurrir al mercado de deuda como los directivos de la empresa lo afirman?

El secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, y el director de Finanzas de Pemex, Alberto Velázquez, no lograron convencer en Nueva York. Los analistas lo saben, y la amenaza de una reducción en la calificación de Pemex es hoy una realidad. Mala noticia para las finanzas públicas de nuestro país.

Segundo tercio. El 2019 se parece cada vez más a 2006, ese año en el que México se dividió. No existe situación familiar, social o de trabajo que no derive en confrontación por lo que acontece en el país. ¿Qué habrá en el ambiente que cualquier intento por defender una posición política –la que sea- termina invariablemente en enfrentamiento?

Tercer tercio. Muchas son las voces que buscan acabar con una de las tradiciones más arraigadas, que es la fiesta brava. Tauromaquia mexicana, una organización civil en la que participan los sectores de esta actividad, no ha dejado de hacer trabajo en todo el país para frenar los intentos prohibicionistas. El equipo conformado por abogados, consultores, empresarios, toreros y subalternos encabezados por Manuel Sescosse y coordinados por el matador José Saborit se ha convertido en pieza fundamental para la defensa de esta tradición.