El Mundial de Clubes convertido en el Comala de la novela Pedro Páramo: nuestros representantes, más que acudir a jugar, lo hacen a penar; equipos fantasma que por breves minutos pretenden persuadirse de que tienen vida, sólo para confirmar año con año que de antemano estaban muertos.

Esta vez fueron las Chivas vencidas por el Kashima Antlers, pero lo mismo da en donde busquemos: en el América eliminado por un club chino, en el Cruz Azul derrotado por un cuadro amateur de Nueva Zelanda, en el Pachuca que alguna vez no pudo con un rival del Congo y otra con uno de Túnez, en el Monterrey echado fuera por un japonés.

El resultado es que la Concacaf es la peor confederación en la historia del certamen, empatada con la muy débil Oceanía (nuestro techo ha sido el mismo que el de esas islas con escasa noción del futbol: el tercer sitio). Y, más grave, que eso es culpa directa de México, porque en catorce de quince ediciones, hemos enviado al representante del hemisferio.

Mientras que Asia y África ya accedieron a la gran final, los clubes mexicanos ni lo han soñado, no sólo víctimas sistemáticas de los gigantes europeos, sino incluso de cuanto sudamericano se han topado.

Si alguien está fastidiado de vivir varado en octavos de final de la Copa del Mundo, basta con girar la mirada al Mundial de Clubes para notar que el desempeño de los equipos mexicanos puede ser aun mucho, muchísimo peor.

¿Qué sucede? Todo lo que no tendría que suceder. Expectativas no cumplidas, pánico al fracaso como ruta más rápida al mismo, incapacidad para competir, exceso de confianza…, y tal constancia en los fiascos como para que dejemos de cegarnos: no importa cuánto valga el negocio de la Liga Mx y cuánto paguen los equipos por sus planteles, la realidad es que no somos ni remotamente tan buenos como queremos pensar.

De otra forma derrotar a sinodales africanos y asiáticos sería rutina, además de que de vez en vez se consumaría algo positivo contra nuestros vecinos de Conmebol.

Por supuesto que cada caso ha sido diferente y el de las autodestructivas Chivas da para demasiadas lecturas (pocas veces una institución mexicana se ha esmerado tanto en convertir su Mundial de Clubes en fiasco, como este Rebaño al que se le quita por rutina lo poco bueno), aunque de ninguna forma es una excepción. El listado lacera como para que no nos engañemos ni limitemos el dedo acusador hacia unos colores: es el futbol mexicano en general, es su pasmosa incapacidad, es su innegable rezago.

Vuelo a un diálogo de Pedro Páramo:

-¿Ya murió? ¿Y de qué?
-No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho.
-Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.

Y cada Mundial de Clubes también.

Twitter/albertolati

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