Vicepresidente del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México
Twitter: @OscarSangines

“La arquitectura puede servir para tender atajos en el camino hacia la igualdad”

ALEJANDRO ARAVENA, PREMIO PRITZKER DE ARQUITECTURA 2016

Una de las primeras acciones tomadas por la doctora Claudia Sheinbaum fue la expedición de la nueva Ley de Reconstrucción de la Ciudad de México, que se diferencia de la anterior por incluir a los grandes olvidados del 19-S: los damnificados de viviendas unifamiliares.

Esta determinación del nuevo Gobierno y de la Comisión de Reconstrucción reabre la discusión sobre el modelo de ciudad en el que vivimos y señala directamente las contradicciones existentes en materia de planeación, legalidad, riesgo y habitabilidad que afectan a gran parte de las alcaldías periféricas de la capital, y que deberán abordarse bajo el paraguas de la reconstrucción en una titánica tarea que apenas empieza.

Entrando en contexto, las cifras preliminares nos hablan de alrededor de 20 mil viviendas unifamiliares dañadas, ubicadas en su mayoría en las alcaldías Iztapalapa, Xochimilco y Tláhuac, a diferencia de los edificios multifamiliares parte del primer programa de reconstrucción pertenecientes a la zona central y consolidada. Es por eso que atender las viviendas unifamiliares es sinónimo de atender la problemática de la periferia urbana, frecuentemente olvidada.

El sismo del 19-S evidenció un tema tan controvertido y complejo que se prefirió no atenderlo ni hablar al respecto: la vivienda unifamiliar autoproducida.

Intervenir en la periferia urbana es abrir la caja de Pandora y atender el asunto. Sabemos que la vivienda unifamiliar de la periferia en su mayoría es vivienda improvisada: de acuerdo a la Conavi, seis de cada 10 viviendas son autoproducidas (es decir, construidas sin el acompañamiento de un especialista en la materia), a lo que en la mayoría de los casos se suma la falta de infraestructura, equipamientos y conectividad del entorno. Al mismo tiempo, en la Ciudad de México se registran más de 30 mil arquitectos titulados, por lo que si bien el sismo pasado exhibió un déficit de vivienda segura, tenemos también los conocimientos y el cuerpo profesional suficiente para remediarlo y dar lugar a un desarrollo urbano ordenado que no deje a nadie en condiciones de vulnerabilidad.

La pregunta es ¿cómo vinculamos la capacidad técnica con los objetivos de la reconstrucción?

El primer paso ya está dado: plantear una solución adecuada requiere de un diagnóstico detallado; en estos días se está desarrollando un nuevo censo que contempla las dimensiones socioeconómica, jurídica y técnica, (que incluye los daños físicos) de todos los inmuebles afectados de la ciudad.

Los siguientes pasos están por venir. La reconstrucción de la capital sólo podrá considerarse una solución válida si se concibe de manera integral, en términos de desarrollo urbano, donde deben incluirse la infraestructura, la conectividad y los espacios públicos, entre otros. En cuanto a la vivienda, será vital construir partiendo de proyectos arquitectónicos adecuados a las necesidades de cada familia, atendiendo temas técnicos, ambientales, presupuestales, de integración social y urbana.

Por eso la nueva ley de reconstrucción se puede convertir en la directriz que permita fortalecer el desarrollo urbano, arquitectónico y social de la periferia de la Ciudad de México. Éste es el valor de la arquitectura en las metrópolis.

LEG