Cuando el cadete Jesús Giovanni ayudó al presidente Andrés Manuel López Obrador a colocarse la banda presidencial, diferentes ministros españoles veían aquel gesto en las plataformas digitales. Sonaron varios de sus celulares.

-¡Ya es Presidente!

-A ver qué tal van las cosas con nuestras empresas en México.

Dijeron altos cargos del Ministerio de Economía.

En la Confederación Española de Organizaciones Empresariales había empleados de guardia, a pesar de ser sábado. El empresario Antonio Baramendi, presidente de los empresarios, veía expectante la ceremonia. Lo mismo hicieron otros hombres de negocios españoles.

El líder del Partido Popular, Pablo Casado, descansaba con su familia cuando alguien le llamó.

-Ya hay nuevo Presidente en México.

Los periódicos españoles arrancaban el domingo con la nueva Presidencia mexicana. “López Obrador propone un punto y aparte en la historia de México”, “Las claves de la cuarta transformación de López Obrador” o “Andrés Manuel López Obrador toma posesión como Presidente de México” eran algunos de los muchos titulares con los que nos desayunamos el domingo.

En la radio y televisión también hablaban de esta noticia. Y todos tenían un denominador común: la situación de las empresas españolas con el nuevo Gobierno mexicano.

En los últimos años se ha multiplicado el número de empresas españolas en México. Ya hay cerca de seis mil. Se trata de una cifra nada desdeñable. La certidumbre económica y el marco jurídico favorable han sido los principales detonantes de la eclosión de las compañías españolas en México. Por eso existe tanta expectación. Algunas de estas empresas poseen un volumen de negocio considerable tanto en banca como en construcción, farmacéuticas, aseguradoras, comunicación o fondos de inversión.

A la banca española le generó cierta preocupación el hecho de la cancelación de comisiones. No olvida que horas antes del anuncio, Ana Patricia Botín, dueña del Santander, había visitado la casa del Presidente. Pero eso no es óbice para que se diera el anuncio que encendió las alarmas para el Santander y para el BBVA, principales bancos españoles que operan en México.

El cambio de Presidencia hay que verlo como una fuente de oportunidades. Muchas empresas españolas continúan mirando a México como el lugar de los dineros españoles. También ven en México esa tranquilidad que su mercado siempre ha ofrecido.

En esta política de bloques a la que nos enfrentamos, bien entrado ya el siglo XXI, es efectivo tener a México, junto con Estados Unidos y Canadá, como un socio preferente. Las posibilidades de tratar con los “dueños” de este nuevo gran acuerdo comercial son infinitas. Y eso, tanto el Gobierno como los empresarios españoles lo ven con muy buenos ojos.

El Ejecutivo de Pedro Sánchez marida con las tesis del presidente López Obrador y su partido Morena. Posee una visión vanguardista acorde a los modelos de este siglo XXI.

Por eso se espera que las relaciones entre ambos países, con esos bloques de la Unión Europea y el tratado comercial de México, Estados Unidos y Canadá, abran nuevos espacios que permitan relanzar aún más los vínculos entre ambos Gobiernos y sendos países.