Los paradigmas han cambiado.

Hace lustros, cuando todopoderosa, Elba Esther Gordillo tenía una opinión singular de la disidencia magisterial agrupada en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Muchos de sus allegados le pedían exterminarla.

-No –contestaba ella.

-Pero Maestra…

-Primero hay que inflarlos y después desinflarlos –decía un decenio atrás.

Y como ejemplo de su experimento están los dirigentes en el conflicto de 2006 en la oaxaqueña Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

El visible de aquel tiempo era Enrique Rueda Pacheco, quien en coordinación con Flavio Sosa y la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO) puso en jaque al gobierno de Ulises Ruiz Orozco.

Cuando estaba a punto de caer, Ulises acudió con el entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, y lo retó:
-O resuelven el conflicto de Oaxaca o declaro Presidente electo a Andrés Manuel López Obrador y le entrego Palacio de Gobierno para que desde ahí maneje a la República.

Sólo así Vicente Fox autorizó el envío de fuerzas federales para desalojar a los manifestantes que paralizaron el estado, dañaron edificios públicos, destruyeron archivos y generaron violencia general.

ELBA NO ASPIRA, PERO BUSCA UN PROPIO

Esta vez la situación es diferente.

Hay una circunstancia:
Andrés Manuel López Obrador se apoyó en todas las facciones magisteriales para ganar la Presidencia de la República, y pronto deberá decidir a cuál de todas las facciones apoya.

Tarea difícil de adivinar a sabiendas de la mente enredada del tabasqueño.

Porque debe pronunciarse por alguien y aquí van los elementos bajo su propio análisis.

Su aliada electoral Elba Esther Gordillo ya logró su primer objetivo: retirar a Juan Díaz de la Torre de la presidencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

El siguiente paso es anular a quienes él representa.

Pero tampoco puede permitirse la entrega del sindicato a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), porque van en contra de todos y a favor de ninguna reforma.

El segundo objetivo es posicionar a un propio –Rafael Ochoa Guzmán, Silvia Luna (Aguascalientes), Guillermo Aréchiga (Puebla), Moisés Sánchez (Hidalgo), Sanjuana Cerda (Nuevo León)- con posibilidades de triunfo.

Pero ya acecha Carlos Jonguitud Carrillo, líder del Sindicato de Trabajadores de la Educación (STE) y, reconózcalo o no, con una base cercana a 30% del padrón de educadores.

Sólo queda una duda:
¿A quién apoyará López Obrador, amo de todo y hasta del movimiento de las hojas de los árboles mexicanos?

Alfonso Cepeda, sucesor de Juan Díaz de la Torre, comienza a hacer lo suyo: aglutinar al magisterio para mantenerse al frente del SNTE.

Su primer paso fue acudir con el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y luego encabezar una reunión con maestros del Estado de México, quienes en coro clamaron por la unidad gremial.

También ya inició un recorrido con gobernadores para sustentar su liderazgo en todas las entidades federativas antes de convocar a un Congreso Nacional y a elecciones democráticas.

La suerte está echada.

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