El encuentro era inevitable.
De madurez y transición institucional.
Desde las alturas del Ejército Mexicano llamaron a Andrés Manuel López Obrador para ver cuándo quería y podía tener un encuentro con dimisionarios de tres y cuatro estrellas.
Se convino la fecha.
En la sede de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en Lomas de Sotelo, esperaba el Estado Mayor comandado por el general secretario Salvador Cienfuegos.
Sería desayuno.
Muy temprano, en fresca mañana y mucho antes de la hora convenida, llegaron dos personas, y cual ciudadanos comunes preguntaron por el general Cienfuegos.
-¿Quién lo busca?
-El Presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.
Se abrieron las puertas y preguntaron:
-¿Y el general Audomaro Martínez?
-No viene.
-¿Y quién acompaña al licenciado López Obrador?
-Su servidor Alfonso Durazo. He sido designado secretario de Seguridad Pública del próximo Gobierno federal.
Mayores, almirantes y generales se sorprendieron, pero les permitieron el acceso y los condujeron al lugar del desayuno, donde los esperaban solamente divisionarios.
NO, NO, NO… TODAVÍA NO
Había, obvio, varios ex secretarios de la Defensa.
Se presentaron y comenzó el desayuno, no sin tensión.
El general secretario Salvador Cienfuegos tomó la palabra y condujo el encuentro, el primero de varios entre el futuro Comandante enJefe de las Fuerzas Armadas y la milicia.
Hombre serio, adusto, formal y de orgullo castrense, el general Cienfuegos recordó promesas de campaña y no agravios como aquél del tabasqueño que lo exhortaba con todas sus letras:
-Que se ponga a trabajar.
Le agradeció la oferta de retirar a las Fuerzas Armadas de la calle, forma eufemística de regresar a soldados y marinos a sus cuarteles y bases para realizar las labores asignadas por la Constitución.
-No, no, no… Todavía no.
-Estamos listos a acatar la instrucción del retorno -le ratificó varias veces el general Cienfuegos.
De alguna manera, López Obrador reiteró su disposición de mantener al Ejército y a la Marina en labores de seguridad pública, porque las Policías no están preparadas ni son fiables.
-No podemos seguir como estamos, sin ley. Nos hace falta la Ley de Seguridad Interior… -insistió el dimisionario de cuatro estrellas.
Fue un encuentro mayor a cuatro horas.
El primero, porque el tercero está programado para hoy.
El detalle Manuel Andrés
1. Antes de la relación institucional, fruto del triunfo del 1 de julio, hubo cruce de mensajes entre el Ejército y Andrés Manuel López Obrador.
En 2006, cuando lideraba las encuestas, el general secretario Clemente Vega García ofreció al tabasqueño pleno respeto de las fuerzas castrenses si triunfaba, pero le pedía no denigrarlos.
El mensajero fue Graco Ramírez, quien transmitió la respuesta:
-Nada con el Ejército -pues creía que jugaba en contra suya.
Hoy, vía el general Salvador Cienfuegos, le pide institucionalidad y el visitante salió molesto porque en algún momento le dijeron Manuel Andrés y no Andrés Manuel.
2. El sábado próximo habrá una función de gala especial en el Palacio de Bellas Artes.