Foto: Jorge X. López La caravana de migrantes, que este viernes intentó ingresar a territorio mexicano, fue frenada por las autoridades mexicanas en un esfuerzo por realizar un ingreso ordenado y legal  

Tapachula, Chiapas.– “Me hincaría y les rogaría que no me regresen a Honduras”, así responde Heidi Xiomara a la simple idea de ser deportada del país.

 

Heidi tiene apenas 19 años de edad y ha caminado desde hace seis días, dejó Honduras junto con su hijo de seis meses y su madre.

 

Allá, lamenta, no hay ni que comer, y la violencia se ha desbordado.

 

Su esperanza de obtener la visa humanitaria que han ofrecido las autoridades mexicanas pende de una denuncia por violencia familiar que interpuso su madre, pues su pareja la golpeó y la amenazó de muerte.

 

“Me dijo que nada más me mirara y me mataba”, dice la madre de Heidi al tiempo que muestra el golpe de lado derecho del rostro.

 

Luego de un enfrentamiento alrededor del medio día entre la Policía Federal y algunos integrantes de la caravana migrante, los primeros centroamericanos que aceptaron la ayuda de las autoridades migratorias fueron las familias que viajan con niños.

 

Víctor y su esposa, conforman un matrimonio joven de 27 y 24 años, tienen un par de niñas de tres y cuatro años. Él anhela llegar a Estados Unidos y encontrar trabajo. Lleva meses sin empleo en su natal Honduras.

 

Mira a su hija Sofía, se le entre corta la voz y expresa que todo es por ella y su hermana, porque necesitan educación y salud, algo que no tienen en su país.

 

Confiesa que el momento más difícil ha sido justamente hoy, al intentar ingresar a México.

 

La caravana de migrantes, que este viernes intentó ingresar a territorio mexicano, fue frenada por las autoridades mexicanas en un esfuerzo por realizar un ingreso ordenado y legal.

 

Por momentos subió la tensión en el puente que atraviesa el río Suchiate, cuando los hombres lograron romper la cadena de la reja e intentaron ingresar por la fuerza, y desde la ribera del río Suchiate, otros centroamericanos lanzaban piedras hacia los elementos de la Policía Federal.

 

Antes, se habían colocado hasta el frente del enrejado a mujeres y niños como medida para evitar la intervención de los elementos de la Policía Federal.

 

Heidi, Víctor, sus hijos, y al menos 250 migrantes más aceptaron ser trasladados a la Estación Migratoria en Tapachula después de la refriega.

 

Personal del Instituto Nacional de Migración (INM) confirmó que se revisará caso por caso de los migrantes para la obtención de una visa humanitaria de parte de México.

 

Sin embargo, reconocieron que el espacio en la estación es limitado, si acaso poco más de mil personas podrán ser recibidas.

 

El cálculo de las autoridades es que al menos son tres mil personas las que están intentando ingresar al país.

Entre los migrantes reinaba la desconfianza y la confusión, temían que el aceptar ser trasladados al albergue fuera el primer paso para la deportación.

 

Hasta las 19:00 horas, en el puente fronterizo permanecían miles de migrantes, y en la reja del sitio se arremolinaban mujeres con niños y el clamor ya no era ingresar al país, sino por agua y alimento.

 

fahl