Cuando el abogado Jerome Powell selló en un apretón de manos su puesto como presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), seguro que sabía que el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, pretendería inmiscuirse en sus decisiones de política monetaria.

Si algo no se ha puesto en duda hasta el momento es la independencia en la toma de decisiones de ese banco central, pero tampoco nadie tiene dudas del intervencionismo de Trump en la Fed y en todos lados.

Una vez más el Presidente republicano abrió fuego en contra de la autoridad monetaria de su país y clamó por un incremento más moderado del costo del dinero. No creo que sea necesario ir tan rápido, quiero poder pagar mis créditos, dijo Trump.

Y desde la presidencia de la Fed, Powell defiende las decisiones de política monetaria. Ellos ven una economía con impulso para seguir creciendo, pero también advierten futuros aumentos de la tasa interbancaria para frenar presiones inflacionarias.

Por supuesto que para un Presidente como Trump que espera mucho, pero conoce poco del comportamiento financiero, esto le parece insultante.
Lo que el Presidente estadounidense imagina desde su filtro electoral es una economía que crece a tasas descomunales y donde el costo del dinero se mantiene por los suelos para que se pueda financiar con crédito un círculo virtuoso de más crecimiento.

Pero este pensamiento mágico contrasta con sus propias acciones. Para que las tasas de interés se puedan mantener bajas es indispensable que la inflación se mantenga controlada.

Y más allá del sobrecalentamiento que pueden provocar sus medidas fiscales, que ciertamente han incentivado el crecimiento y la creación de empleos, su guerra comercial con China ayuda muy poco a la estabilidad.

Hoy los mercados ya notan presiones inflacionarias, hay venta de bonos del Tesoro que presionan las tasas de interés. El índice Vix, conocido como el índice del miedo, anticipa volatilidad. Hay expectativas de un crecimiento menor. Y mucho encuentra justificación en el frente que abrió Trump contra China.

¿Quién, además de Donald Trump, cree que al final China se va a doblegar y que va a aceptar las condiciones de la Casa Blanca sin poner condiciones?
Las barreras arancelarias a los productos chinos ralentizan la economía de Estados Unidos y encarecen un número importante de bienes de consumo de los estadounidenses. Esto sin tomar en cuenta que el petróleo sigue subiendo sus precios y con ello los costos de los energéticos.

Ante los ojos del presidente Trump y sus seguidores, la Fed podrá cargar con la culpa de entorpecer el crecimiento económico por su política monetaria que ni siquiera es restrictiva.

Esto no debería hacer cambiar su enfoque a los que toman decisiones en el Comité de Mercado Abierto de ese banco, pero ciertamente elevan el costo social de sus decisiones.

Si se empiezan a ver distorsiones en los mercados y el costo del dinero comienza a ser un factor de preocupación, el presidente Donald Trump ya escogió su chivo expiatorio: la Fed.

 

LEG