Foto: Daniel Perales Hace 50 años, cuando el movimiento estudiantil fue brutalmente reprimido  

María Teresa Valenzuela era estudiante de segundo año de la carrera de Químico Bacteriólogo Parasitólogo en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), cuando asistió al mitin del movimiento estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, hace 50 años.

El 2 de octubre de 1968, María Teresa se encontraba sentada junto con sus primas en las escaleras frente al edificio Chihuahua, donde se encontraban los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga (CNH), quienes daban lectura al pliego petitorio del movimiento.

“Yo estuve en Tlatelolco escuchando el pliego petitorio, pero sobre todo con el afán de oír a los oradores. Éramos muy jóvenes y esas cosas despertaban nuestro entusiasmo; sentíamos mucho coraje que la respuesta que teníamos del Gobierno era la represión. Ibamos mujeres, muchachos, padres de familia, la gente de ahí de Tlatelolco, bajó de sus edificios, y escuchamos a los oradores”, relató en una entrevista para 24 HORAS.

La académica de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) recordó que en 1968 estaban prohibidas las manifestaciones y que éstas eran castigadas por la ley; por lo tanto, no tenían el derecho ni la libertad de hacer un mitin y mucho menos en contra del Gobierno, porque podían ser detenidos.

“Queríamos que esas cosas cambiarán. Teníamos muy buenos dirigentes, eran muy buenos oradores y nos entusiasmaba lo que exponían. Ellos veían una oportunidad de que los gobiernos dictatoriales cambiaran, se escucharan las peticiones de la sociedad y que hubiera más democracia”.

En cierto momento, mientras estaban escuchando el discurso, vio pasar un helicóptero que siempre sobrevolaba las manifestaciones que se habían realizado; pero en esta ocasión, de la aeronave salió una luz de bengala.

“Yo la vi, como si hubieran arrojado un cuete o una luz. En ese momento, la luz fue lo que motivo a que entrará el Ejército, sin darnos cuenta nos habían rodeado en todos los edificios y había tanques. Estábamos realmente rodeados no solo de granaderos sino ahora del Ejército”, rememoró.

“Cuando los compañeros que estaban de atrás vieron que avanzaba el Ejercito disparando, comenzaron a gritar, porque los que estábamos enfrente no lo veíamos. Empezamos a tratar de correr en distintas direcciones para protegernos, los compañeros nos decían: tírense al suelo, no se levanten porque están disparando y las pueden herir”.

Ese día, María Teresa caminó junto con sus primas en dirección a la iglesia que se ubica en Tlatelolco para refugiarse, pero ésta se encontraba cerrada.

“Caminamos por algunos de los andadores junto con otras muchachas y salimos hasta Reforma. Al llegar a la avenida nos percatamos que todos los edificios estaban rodeados por los tanques, no podíamos escapar porque estaban pegados unos con otros. En las esquinas estaban llegando camiones del Ejército para subir a todos los detenidos en camiones de redilas”.

“Nos tocó a mis primas y a mí que uno de los camiones estaba lleno, entonces uno de los soldados le dijo a otro: ‘Déjalas son una chavitas y están bien asustadas, déjalas que se vayan’. El otro soldado decía: ‘No, tenemos orden de detenerlos a todos’. Pero arrancó el camión aunque quedaba un espacio y ese soldado, buena persona, nos dejó escapar. Por eso no fui detenida”.

Esa tarde caminó descalza rumbo a su casa por toda la Calzada de Guadalupe, porque había perdido los zapatos; también estaba llena de lodo porque se había tirado en los jardines de la unidad para esconderse.

“Después de ese día jamás se volvió hablar por mucho tiempo del movimiento, ya no hubo más mítines. Puedo decir que ahí termino ese movimiento que había empezado en julio. Se vinieron las Juegos Olímpicos y todo el mundo andaba con ese alboroto”.

FRASE

“Venia caminando muy espantada, sentía que me temblaba todo. Me escurrían las lágrimas, pero de miedo, de lo que había visto y lo que había vivido. Sentía una gran impotencia porque hasta en ese momento me percate de lo que el sistema es capaz de hacer con sus propios ciudadanos”.

María Teresa Valenzuela

Sobreviviente del 68

Xavier Rodríguez