¿Quién se colgará la medalla de haber logrado de nuevo un tratado comercial trilateral México-Estados Unidos-Canadá?

¿La administración de Enrique Peña Nieto o la de Andrés Manuel López Obrador?

Porque hay quien dice que el acuerdo con Estados Unidos no hubiera sido posible si México no flexibiliza su posición en el tema de la industria automotriz… gracias a la influencia de López Obrador.

Los representantes del futuro Gobierno mexicano se sumaron a la negociación que tenía muy aventajada ya Ildefonso Guajardo, pero que se encontraban en un impasse debido al tema de solución de controversias y de la industria automotriz.

La negociación fluyó, finalmente, y nuestro país celebró el acuerdo con su principal socio comercial.

Ayer López Obrador dijo que el acuerdo fue posible por la actitud “abierta y tolerante’’ de Donald Trump.

El Presidente electo también dijo que en la comunicación que tuvo con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, lo “convenció’’ de mantener el diálogo con Estados Unidos a fin de que el acuerdo fuera trilateral.

El tabasqueño le dio parte del crédito a Peña, quien dijo lo llamó para afinar algunos detalles, sobre todo en el capítulo energético que concretó el futuro secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.

Puesto como está, parece que el acuerdo no hubiera sido posible sin la intervención de López Obrador, lo cual es bueno.

Pero también lo hace responsable de las letras chiquitas que aún no conocemos del acuerdo comercial y que, desde ya, comenzaron a ser factor de suspicacia entre los mismos miembros de Morena.

El diputado Pablo Gómez aseguró que no podía opinar nada sobre el acuerdo comercial hasta no conocer las letras chiquitas, porque luego es ahí donde la puerca tuerce el rabo.

Como sea, hay acuerdo trilateral.

Independientemente de qué Presidente se asuma como el negociador, la medalla se la deben poner a Ildefonso Guajardo, que sin aspavientos ni dramatizaciones concluyó con éxito su trabajo.

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Medio siglo después, con el próximo Gobierno de izquierda, se reconocerá la responsabilidad del Estado en la matanza de estudiantes en Tlatelolco, en 1968.
La bandera será izada a media asta, las placas con el nombre del entonces Presidente, Gustavo Díaz Ordaz, que estaban colocadas en seis estaciones del Metro fueron retiradas.
Se inauguró una escultura en honor a los caídos y en la Cámara de Diputados se inscribirá con letras de oro la leyenda “Al Movimiento de 1968’’.
Es, pues, la hora de la revancha histórica, que sólo tardó 50 años en ocurrir.

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No es chiste, aunque parezca.

El ex secretario de Gobernación y actual coordinador de los senadores del PRI, Miguel Osorio Chong, pidió a la PGR ¡hacer mejor su trabajo! para evitar que los detenidos por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, salgan de prisión.

Osorio fue secretario de Gobernación cuando ocurrió la desaparición de los 43, y mucho se criticó su actuación, al igual que la de la PGR, entonces en manos de otro hidalguense, Jesús Murillo Karam.

La semana pasada, un juez ordenó la liberación de ocho presuntos responsables por violaciones en el proceso como tortura; y en el camino están otros detenidos también buscando ganara un amparo que los libere.

Por eso Osorio quiere que la PGR ahora sí ¡se ponga a trabajar!