Le sobra experiencia para calcular el efecto de sus palabras.

Nayarit, 16 de septiembre, gira de agradecimiento, Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo, dice: “Por la situación del país, que se encuentra en bancarrota, posiblemente no pueda cumplir todas las demandas del país, pero sí todos mis compromisos”.

La trascendencia del momento puede conducir al error.

El cambio de guardia dos días después.

Baja California Sur, 18 de septiembre, el Presidente electo dice: “En México existe crisis por tres décadas sin crecimiento económico, por lo que la política económica neoliberal fue un fracaso… Sí generó alguna polémica y nuestros adversarios, que no nuestros enemigos, lo aclaro, los conservadores que todavía no terminan de digerir lo que sucedió en la elección presidencial, y la prensa fifí, están ahí, atentos, sacando de contexto las cosas, buscando las podridas”.

La comparación con quienes lo antecedieron y fracasaron debe quedarse en estrategia de campaña. No se pueden repetir tropiezos.

El sector privado, partidos políticos y el mismo Gobierno desmintieron al Presidente electo mediante una estrategia que ha provocado que se le vea mal. Consideraron sus declaraciones inoportunas e irresponsables.

En contraste su cuadro político Morena, que sigue en la creencia de no tener rivales en contra, y que ha demostrado obediencia y lealtad, lo respalda y tienen que medir fuerzas para que el trabajo parlamentario sea eficaz. El reto, sacar su capacidad ante los nuevos códigos.

Por ahora la señal es bastante complicada.

Andrés Manuel López Obrador encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el futuro de México y deberá corregir errores que irritan a la población, no debe olvidar que es el receptor de las ansias de mejoras.

Ya no más ni un paso sin la bendición del pueblo.

Si se toman decisiones, se toman para todo, sin margen de error.

El prestigio de un gobernante también se basa en su imagen.

Hasta ahora se ha mantenido firme.

Quienes lo conocen bien saben que es un tipo inteligente y hábil, pero es inevitable mirar al horizonte y ver que la travesía por mantenerse es larga.

La pregunta está en el aire: ¿cómo abrirá su mandato?

Milonga: donde seguirán rodando cabezas es en la Cámara de Diputados. No sólo se trata de sueldos, sino de acabar con criterios dispares e incomprensibles.

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