Tanto han hablado de la política de austeridad, que los líderes de diputados y senadores de Morena están cayendo en el ridículo.

 

Quizá a Martí Batres se le haga muy interesante y formativo mostrar que lleva su desayuno en un recipiente plástico.

 

O a Mario Delgado presumir que lleva su propio café a las sesiones de la Cámara de Diputados en un termo.

 

Pero lo único para lo que han servido esos dizque ejemplos de “austeridad republicana” es para la chacota, para la elaboración de memes y para ridiculizar una de las propuestas más importantes del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

 

Lo que mostrará verdaderamente el tamaño del recorte presupuestal en el Congreso se verá hasta que se presente el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos de la Federación para el próximo año.

 

Hasta ahora todo han sido cálculos sobre las rodillas: que si despedimos a tantos nos ahorramos tanto, que si dejamos de comprar café y galletas, nos ahorramos cuanto, que si en las reuniones de las comisiones, no servicios, ni desayuno ni comida, tendremos tanto más.

 

El llamado paquete económico se presentará el 15 de noviembre próximo –una concesión de la ley en periodo de transición- y entonces sabremos si la austeridad es política de Gobierno o campaña política.

 

Porque uno no puede más que levantar las cejas cuando el coordinador de los diputados de Morena, Mario Delgado, había prometido una reducción de las percepciones de los legisladores y luego recula para aclarar que éstas no se tocarán, bueno sí, nomás 28% que son vales para gasolina y para comida, que forman parte del salario.

 

Al paso que vamos con estas muestras de austeridad, lo que sigue es que veamos a Batres presumir que se compra ropa y zapatos a través de tandas que organizan sus compañeros senadores y a Mario Delgado vendiendo zapatos por catálogo para presumir que sus ingresos extraordinarios provienen de “otras actividades’’.

 

Nomás falta que en el Congreso cobren cinco pesos para utilizar el baño.

 

Todo el país, todo, exige que se terminen los excesos en todos los poderes; fue una de las promesas ganadoras de López Obrador.

 

Pero no será banalizando o ridiculizando esa política como los ciudadanos creamos que el asunto va en serio.
No es por ahí.

 

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El muy colmilludo Porfirio Muñoz Ledo resucitó del archivo muerto de la Cámara de Diputados una minuta aprobada por el Senado el 8 de noviembre de 2011, que lleva a rango constitucional la prohibición para que ningún funcionario público gane más que el Presidente de la República.

 

Se trata de la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, aprobada en el Senado en esa fecha, y enviada a la Cámara de Diputados para su aprobación, cosa que no ocurrió.

 

El documento será llevado a votación mañana, y con ello quedará en la Constitución lo que fue otra promesa de López Obrador: nadie en el Gobierno podrá ganar más que él: 108 mil pesos mensuales.

 

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Pues que siempre no.

 

María Elena Morera, presidenta de Causa Común, aseguró que la iniciativa de Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República, presentada por Morena, permite que personal no calificado de la PGR pase a formar parte del nuevo organismo.

 

Igualmente, dijo que si no se reforma el artículo 102 constitucional, no está garantizada la autonomía del fiscal respecto al Ejecutivo.

 

O sea, sí ganaron un poco, pero, dice, les faltó la parte medular.