Nos gusta crear y creer en mitos. Personajes que son villanos o superhéroes, símbolos del bien y el mal porque así la realidad se simplifica y se vuelve más manejable. Decenas de autores lo han analizado, y el día a día de nuestra vida política lo comprueba.

La maestra Elba Esther Gordillo es uno de los mejores ejemplos. Resistente, resiliente, portadora de todo tipo de armas desde hace décadas y convertida por el incipiente gobierno de Enrique Peña Nieto, tan necesitado de un chivo expiatorio para los aberrantes y múltiples pecados del viejo-nuevo PRI, en la insignia de su lucha contra la corrupción. Era su opción más fácil y menos costosa, o eso pensaron él y su equipo.

La maniobra no alcanzó ni para concluir el sexenio. Basta darse una vuelta por Facebook y Twitter para observar la polarización popular que provoca el regreso de la Maestra, quien desde muy temprano actualizó la foto de perfil de su fanpage. Renovada en todos los frentes y dispuesta a reconquistar sin conceder siquiera una ronda de preguntas a los medios reunidos en su conferencia de prensa.

Muchos insisten en culpar del retorno a Andrés Manuel López Obrador, y se burlan de “nosotros los chairos” como si el episodio fuera prueba contundente de que no habrá cambio verdadero y todo fue una mentira. Es muy sencillo: el gobierno de Peña Nieto la encarceló, las instituciones a su servicio la exculparon y durante la misma gestión pudo redisponer del inicio del curso escolar para ofrecer su posicionamiento, como lo había hecho durante dos décadas al lado del Presidente en turno.

La Maestra da lecciones en muchas materias. Poder y absoluta determinación son sólo dos de las más destacadas de su boleta, pero ni todo eso le alcanza para ser la villana “mítica” que a muchos les convendría para deslindarse de sus responsabilidades y omisiones históricas con la educación en nuestro país.

Tampoco le será suficiente para volver a ser y tener lo mismo de antes. López Obrador sabe que ninguna Cuarta Transformación sucederá sin necesaria renovación pública, y que la construcción de su mito, el del mejor Presidente después de Juárez, apremia decisiones asertivas. Una de ellas, dicen voces internas a debate, sería no dejar pasar a Gordillo de nuevo como la lideresa del SNTE, y tampoco omitir las consecuencias de su retorno en cada uno de los estados si se requiere respaldo al proyecto del Presidente electo. Habrá que encontrar matices para este tiempo nuevo.

@guerrerochipres