Pergeño su plan en su dorado refugio de San Diego.
Midió toda la ruta y también los riesgos.
Se fijó como objetivo oponerse a la reforma educativa en general y en particular a las amenazas de despido para los maestros reprobados en las evaluaciones.
No la amedrentó siquiera la amenaza del Gobierno de quitarle el SNTE, posibilidad sentida en marzo de 2012.
Como propietaria de Nueva Alianza, firmó una alianza con el PRI y eso le garantizaba posiciones legislativas y un porcentaje razonable de votos.
Pero se excedió.
Quería posiciones aquí, allá y acullá para sus cercanos, entre ellos senadurías para su hija Mónica Arriola Gordillo en Chiapas y su yerno Fernando González en Sinaloa.
Cuando Enrique Peña la sintió irreductible en sus pretensiones, ordenó romper la alianza y el entonces secretario de Organización tricolor, Miguel Ángel Osorio Chong, instrumentó la instrucción.
Fue el primer aviso.

Bien limpia o bien condenada

Luego vino la segunda advertencia.
Con antelación, el equipo del candidato triunfante, Enrique Peña Nieto, le sugirió retirarse de la presidencia del SNTE en el Congreso de octubre de ese año.
Por el contrario, para molestia del entonces futuro Presidente, la Maestra se reafirmó en el cargo y colocó a Juan Díaz de la Torre en la segunda posición, Secretaría General.
Mientras tanto, el Gobierno electo negociaba con las fuerzas de oposición el Pacto por México y la inclusión de las reformas estructurales básicas, en las cuales estaba la educativa.
Firmado el Pacto, aprobada la reforma e iniciada su instrumentación por Emilio Chuayffet, a la sazón secretario de Educación Pública, ella comenzó a sentir las presiones magisteriales.
Así se dio su cumpleaños 68 el 6 de febrero, cuando en el estado retó al sistema en doble vía:
Rechazó la posibilidad de abandonar el SNTE:
-Me voy a ir cuando los maestros quieran. Ni amenazas ni nada me van a intimidar…
Y anunció una lucha a muerte:
-Quiero morir con un epitafio: “Aquí yace una guerrera”.
El Gobierno supo y preparó la captura para su regreso de San Diego, lo cual sucedió en viaje directo a Toluca el 26 de febrero de 2013.
Mientras era entregada a la justicia, su hija Mónica Arriola y su nieto René Fujiwara recibieron la petición desde el poder para no generar conflicto y esperar el desenlace jurídico.
Promesa rota luego cuando propusieron a Elba Esther Gordillo el desistimiento de la PGR a cambio de su retiro de la vida pública.
-No. Peleamos hasta el final. O bien limpia o bien condenada –dijo a sus abogados.
Así llegó al final de los procesos y ayer reapareció victoriosa con su abogado Marco Antonio del Toro, en los términos y con el discurso enunciado aquí en varias ocasiones.

Y Scherer pudo ser su abogado

Pocos están enterados:
Uno de los primeros abogados consultados por la familia de Elba Esther Gordillo fue Julio Scherer Ibarra, hoy designado director jurídico de la Presidencia por Andrés Manuel López Obrador.
-¿Tienen sustento las acusaciones? –pregunté entonces a Scherer Ibarra.
-Ninguno.
-¿La sacarías de la cárcel?
-En dos patadas.
Pero no hubo entendimiento y la defensa estuvo a cargo de otros abogados, entre ellos Marco Antonio del Toro, hoy tan vencedor como su defendida.

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