El accidente del vuelo 2431 de Aeroméxico, ocurrido la tarde del martes, generó una ola de comentarios sobre la pertinencia o no de que el próximo mandatario mexicano utilice vuelos comerciales en lugar del avión presidencial.
Imagínese lo que hubiera ocurrido en el supuesto de que Andrés Manuel López Obrador hubiera estado entre los pasajeros del avión accidentado.

Sería la hora en que no acabaran las tesis de un complot.
Más allá de este supuesto, el tabasqueño y su equipo de colaboradores deberán entender que volar en un avión a cargo de las Fuerzas Armadas no sólo es por su seguridad, sino por la del país en general.

Evidentemente el ejercicio del poder va haciendo amigos y enemigos; eso lo saben bien los políticos.
Que un político utilice un vuelo comercial pone en riesgo al resto de los pasajeros, se quiera o no.
Operativamente, tampoco resulta beneficioso para el próximo Presidente estar sujetos a la disponibilidad de asientos o itinerarios de las líneas aéreas para, por ejemplo, atender una emergencia.

Y aquí sí no podría decir ¡pues no llegué!
No habría logística que se impusiera a los imponderables de cualquier aerolínea o de cualquier aeropuerto civil.
El Presidente necesita la seguridad de un entorno controlado a la hora de viajar; tener a su disposición los medios de transporte que le permitan moverse con facilidad para comodidad y seguridad suyas y las de los ciudadanos.
López Obrador podrá realizar su gira de agradecimiento por todo el país en vuelos comerciales si quiere, pero una vez rindiendo protesta, su estatus personal cambiará.
Lo menos que puede hacer es ahorrarle al país problemas y teorías de complot.

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Tarde pero sin sueño, el líder de los burócratas, Joel Ayala Almeida, por fin dio color sobre el tema de la descentralización que desde la campaña trae como oferta López Obrador.
El eterno dirigente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) consideró que debe haber una mesa para discutir los eventuales traslados de los trabajadores al interior de la República.
Quién sabe si le hagan caso porque de entrada Esteban Moctezuma ya dijo que a partir del primer día de diciembre despachará en Puebla… y no le tuvo que pedir permiso a nadie.
A ver si ahora que tiene la navaja al cuello el líder sindical, por fin hace algo que agradezcan sus representados.

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Como le adelantamos en este espacio hace unas semanas, el virtual Presidente de México pedirá al presidente Enrique Peña utilizar una de las dos iniciativas preferentes para legislar la creación de la Secretaría Pública Federal.
Lo malo del tema es que fue precisamente Peña quien, al inicio del sexenio, extinguió dicha secretaría para que sus funciones pasaran a cargo de la Secretaría de Gobernación.
López Obrador dice que necesita la SSP desde el primer día de su gobierno para atender el reclamo de mayor seguridad en el país, pero no dejaría de ser una contradicción que el mismo Peña que ordenó su desaparición, enviara una iniciativa preferente para resucitarla.

Sería tanto como reconocer que se equivocó al desaparecerla.