Foto: Especial Soy generoso en el esfuerzo, me gusta lastimarme: Alaphilippe  

Julian Alaphilippe, celebró en Le Grand-Bornand su primera victoria en el Tour de Francia, un resultado que “no cae del cielo”, sino del trabajo llevado al límite, hasta el sufrimiento, de un exmilitar hiperactivo que ya ha entrado en la elite del pelotón mundial.

Julian, para su padre Juju, dejó la escuela temprano. Se puso a trabajar con contrato de aprendizaje de los 16 a los 18 años vendiendo bicicletas en Montlucon, un empleo que le gustaba porque le permitía hablar de material ciclista con los clientes.

Tras la tienda se alistó como soldado en el equipo ciclista del ejército con base en Saint-Germain-en-Laye. Se trataba de un trabajo remunerado con casi mil 300 euros al mes, además de la manutención y el alojamiento, unas condiciones que le perecieron muy ventajosas mientras seguía dando pedales.

Vestido de militar representó a Francia en los mundiales júnior de ciclocross de 2010, donde obtuvo la medalla de plata. En 2013 se hizo profesional del ciclismo en el Etixx-iHNed y un año después su confirmación en el Quick-Step.

Alaphilippe es una persona hiperactiva, aunque ese rasgo no resaltó en las comparecencias ante la prensa después de su triunfo en Le Grand-Bornand. En la carretera explotó, fuera de ella se mostró tímido.

Lo cierto es que es hiperactivo desde la infancia. “Parece que se ha calmado un poco, pero tiene mucha energía”, dice su compañero belga Philippe Gilbert, campeón del mundo en 2012.

Alaphilippe trabaja para canalizar su energía, pero no tiene la menor intención de cambiar. “Soy generoso en el esfuerzo, me gusta lastimarme”.

Sus familiares y amigos más íntimos hablan de Julian Alaphilippe como una persona ingeniosa, inteligente, ocurrente, pero sobre todo valiente, tenaz, amable.

En cuanto a su preparación, Alaphilippe mantiene al mismo entrenador de siempre, su primo Frank, un excorredor aficionado de buen nivel que le cuida desde su debut.

El ganador de la Flecha Valona 2018 ha hecho entrenamientos que limitan con el masoquismo, cercanos a esfuerzos de otra época.

En una ocasión rodó 315 kilómetros, en total 9:45 horas. Todo explicado con una breve y concluyente frase: “Quería esforzarme”. Su intención era preparar las clásicas de las Ardenas. En 2015 hizo dos segundos puestos en la Flecha Valona y Lieja.

LEGG