Nuestro torero quedó pendiente de que saliera el primero de su lote, la mirada fija a la puerta de toriles con el inevitable pensamiento de que será lo que salga por esa puerta que algunos la llaman de los sustos.

Por algún problema en el corral la espera es mucho más tardada de lo normal, finalmente salta a la arena el bravo y grande animal que pondrá a prueba las habilidades del torero. Todos esos días de campo, de entrenamientos, de ilusiones y nervios previos se hacen presentes. Para que recordar la noche anterior en la que no pudo dormir pensando en lo que pasaría esta tarde.

Con la quietud y seriedad del que se siente preparado, sale al ruedo para buscar parar al toro que ya comienza a rematar en los burladeros. Unos lances de recibo para después comenzar a lancear suavemente analizando las embestidas del toro viendo en fracciones de segundo cuál es su mejor lado. Los lances no llegan a calar en el público que por el calor está más pendiente de comprar un refresco o una cerveza para calmar su sed. Transcurre sin más trámite la suerte de varas y el segundo tercio. Expectante de lo que sucede en la lidia se acerca al burladero a pedir algo de agua, la boca ya está seca por el miedo que da llegar al tercio final. Un brindis al público para meterlo a la faena, el astado de inicio no coopera, hay que sacar los recursos para que la paciencia del público no se agote. Lo intenta por ambos lados sin lograr nada, decide abreviar esperando tener mejor suerte con su siguiente enemigo. Pasarán largos minutos en los que vuelva a actuar, habrá que esperar con paciencia a sus alternantes quienes si están conectando con el público. Que debe hacer seguramente se pregunta, en tardes como esta todos quieren triunfar, pero no a todos les sonríe la suerte. En el callejón los apoderados, mozos y ayudas buscan cómo animar a sus toreros, consejos van y vienen, todos viendo con interés cómo se van dando las cosas. Finalmente llega su turno, es el último de la corrida, se tiene que salir con todo si se quiere trascender, estás vez las cosas van a mejor logra conectar con el público, su mirada sonriente al tendido inspira confianza, buena faena con mejores momentos que en el primer toro. Se tira a matar con fe, deja certera estocada, una petición que parece unánime pero que el estricto Juez no ve o no quiere ver. Todo queda en una sonora ovación. Con frustración y el sudor acumulado crítica lo sucedido, pero aún hay que guardar la mejor cara para despedirse del público.

Ya en el estacionamiento de la plaza se acercarán los últimos curiosos a pedir la foto, mucha paciencia para complacer al aficionado cuando ya se quiere subir al auto, pedir el teléfono para avisar en casa que las cosas salieron bien, para la familia importa saber que se regresa hotel sin novedad. No se consiguió el triunfo, pero aún hay ánimo para convocar a la cuadrilla a cenar y platicar de los siguientes compromisos, ya vienen las ferias de Aguascalientes y Sevilla.

 

 

 

 

 

JNO